viernes, 1 de diciembre de 2023

Nación y noción



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La idea liebre es una cosa de Bergamín, que decía que hay que correr las ideas como las liebres: no para cogerlas, sino para verlas correr. Como a Puigdemont, la gran idea liebre de la España pobre que cede su soberanía a la Cataluña rica, que es la que sabe.


Cosme, apenas tuvo noticia de su indulto, regresó a Florencia –anota Maquiavelo–. Y pocas veces se dio el caso de que un ciudadano, ni siquiera al volver victorioso, fuera recibido en su patria con tanta concurrencia de público y con tantas demostraciones de afecto como lo fue él al volver de su destierro. Todos lo aclamaron como bienhechor del pueblo y padre de la patria.


Nuestro Cosme es Puigdemont, cuyo regreso supone la Segunda Venida de Tarradellas, el de “Ja sóc aquí!”, que extasiado ante lo que veía le comió la oreja a Millán Mestre con una idea liebre: “Cony! Quina Catalunya ens ha deixat Franco!”.


––Cony! Quina Espanya ens ha deixat Sánchez! –será la idea liebre que Puigdemont deje correr en el oído de Illa, el enterrador de Lucky Luke en la pandemia, que tiene en la oreja pelillos de perdedero.


¿Y la libertad? El mismo Maquiavelo pensó mucho de dónde podía provenir el que los antiguos fueran más amantes de la libertad que los contemporáneos, y concluyó que procedía de la misma causa por la que los hombres actuales son menos fuertes, es decir, de la diferencia entre nuestra educación y la ley de los antiguos.


Y así, dejando correr a las liebres como si fueran ideas, el Régimen’78 transita de la partidocracia a la patocracia, nombre con que Lobaczewski, psiquiatra polaco bajo la ocupación soviética, designó (lo explica en “La ponerología política”) el sistema de gobierno dentro del cual una minoría patológica se apodera de las riendas de una sociedad de personas normales. Cuando lo arrestaron por primer vez, en el 51, “la violencia, la arrogancia y los métodos psicopáticos de confesión forzada inhibieron por completo mi capacidad de autodefensa”. Cuando lo arrestaron por última vez, en el 68, fue interrogado por cinco agentes de apariencia feroz: “En un momento, después de cavilar acerca de sus reacciones predecibles, dejé que mi mirada inspeccionara detenidamente cada uno de los rostros. El jefe me preguntó: ‘¿En qué estás pensando, cabrón, que nos miras de esa forma?’ Le respondí sin temer las consecuencias: ‘Me preguntaba por qué muchos de los caballeros que realizan el mismo trabajo que ustedes terminan en un hospital psiquiátrico’. Se quedaron atónitos por un instante, y luego el jefe exclamó: ‘¡Porque éste es un trabajo de mierda!’. ‘Yo opino que es todo lo contrario’, respondí. Y me devolvieron a mi celda. Tres días más tarde hablé de nuevo a aquel hombre, y esta vez se mostró más respetuoso conmigo. Resultó ser que había ordenado que me dejaran en libertad”.


El gato federal por liebre nacional de Sánchez se hará “nocional” en Feijoo como el teatro nacional de Lope, la viña, se hizo “nocional” en Calderón, el vino.


[Viernes, 24 de Noviembre]