Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El “elogio” de Ratzinger más repetido en los medios liberales de los Estados Unidos, Meca del Mundo Libre, es “Rottweiler de Dios”, concepto que encaja como un guante en un mito glosado por Dalmacio Negro, el mito llamado por Jacques Barzun la “muerte del ignorante”, por el cual todo el mundo es igual de sabio, de lo que se infiere la muerte de toda autoridad, incluida la intelectual. Esto convierte a Anne Thompson, la Chelo García especializada en Iglesia Católica en NBC News, en una par de Ratzinger.
“¿Acaso son mejores y más cristianos actualmente estos papas del dólar y las células frescas que aquellos verdaderos pecadores del Renacimiento?”, se preguntaba en el 57 la otra gran cabeza alemana del pensamiento, que en los de su tiempo sólo veía a normativistas y hacedores de paz (“peace makers”) con derecho a morir de viejos.
–¿El Papa? ¿Cuántas divisiones? –preguntó Stalin a Churchill en Yalta, cuando salió a colación el Vaticano como agente pacificador del momento.
Ratzinger es un Papa ni “renacentista” ni “actual”: un Papa, dice él, no es el mandatario supremo, sino el garante de la obediencia (“que la Iglesia no haga lo que quiera”), el encargado de preguntar “¿Podemos hacerlo?”, cuando surgen tentaciones de “hacer las cosas más cómodas”. Ratzinger, pues, es el Teólogo (el “Rottweiler de Dios”, para Ms. Thompson) que tapona la hemorragia de la Teología de la Liberación, que encauza la pasión religiosa de Wojtyla y que toca a rebato contra el relativismo como baile de salón del nihilismo.
Olvidada durante siglos, su “Escatología” como “doctrina sobre las postrimerías”, y como consecuencia de la crisis histórica que vivimos, ocupa hoy el centro del pensamiento teológico. Ratzinger relaciona el hecho con la conciencia de hundimiento que nos acosa desde el XIX: esta conciencia de hundimiento se confirmó trágicamente con la primera guerra mundial, que agotó la teología liberal dominante. La teología se pasó al existencialismo, y luego una segunda corriente más fuerte y de un realismo mayor ha alcanzado a la teología, el marxismo, con la fascinación que despierta su fe profética.
–La escatología es el tratado que más veces he expuesto.
Peter Seewald, el único periodista que lo conoció, avisó que Ratzinger no es un “intelectual posmoderno que cree a pesar de sus dudas”, imagen que forma parte de la visión preferida de los intelectuales que tratan la fe en las secciones de cultura de los diarios:
–En nuestra Redacción era suficiente conocer tres de los Diez Mandamientos para estar considerado como un experto en Teología. Estaba prohibido ver algo bueno en la Iglesia Católica. Y lo interesante es que, en un sistema democrático, un puñado de críticos que hacían mucho ruido y algunos cientos de claqueros en los medios fueran suficientes para ejercer el dominio de la opinión sobre los millones de una comunidad de fe.
No son medios. Son enteros.
[Martes, 3 de Enero de 2023]