jueves, 4 de junio de 2020

Desfachateces


El fariseo y el publicano, abadía bávara de Ottobeuren


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El espectáculo es grandioso: Alemania y China, las dos tetas de la nueva democracia, impartiendo moral democrática a los gringos, dueños de la única Constitución concebida como protección de un ciudadano frente a todos.
    
Estas manifestaciones pacíficas que vemos en Estados Unidos son comprensibles y más que legítimas. Espero que no lleven a nuevas violencias, y más aún, espero que provoquen un cambio en Estados Unidos –dice el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas.
    
Alemania, el país que despachó a la Baader-Meinhof, se rige por una Ley Fundamental obra de Theodor Maunz, ¡Maunz!, el tipo para quien la entidad legal central (“detrás de la cual todas las demás entidades legales tienen que renunciar”) es el líder político, y Gerhard Leibholz, ponente de la ilegalización de nazis y comunistas y teórico del Estado de partidos “que con tanto trabajo nos dimos todos”. Su guía es frau Merkel, gobernanta de partido único “con distintas sensibilidades”.
   
 –Las vidas negras importan y sus derechos humanos deben estar garantizados –dice el portavoz chino de Exteriores.
    
China, campo de concentración comunista. Nuestros liberalios cantan la laboriosidad china. “¡Qué buena es China, que nos manda mascarillas contra el virus… chino!”, salmodia el lumpen periodístico.
    
Los columnistas del “New York Times” que celebran un mundo “flat” aún no se han encontrado aplastados por escritores chinos que estén dispuestos a escribir por una fracción de su tasa por palabra –avisó Victor Davis Hanson.
    
La Nueva Moralidad, que es la Desfachatez de Siempre, llama a los saqueos “Funerales Masivos por George Floyd”. Los prescribe “la biblia” (Marx y Engels, en marzo de 1850 a la Liga en Londres):
    
Los obreros no sólo no deben oponerse a los actos de venganza popular contra individuos odiados o contra edificios públicos que el pueblo sólo puede recordar con odio, sino que deben tolerarlos y asumir la dirección de los mismos
    
Cambias obreros por millonarios, y ahí lo tienes.