miércoles, 12 de diciembre de 2018

El 11-D, en Madrid hubo una manifestación




Sin palabras


Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Saben ustedes que mi compadre tiene trato con todo tipo de delincuentes, pues no en vano es funcionario de prisiones va para más de treinta años, y siempre me ha parecido discreto y comedido a la hora de hablar de sus labores en la cárcel, lugar éste que tanto morbo y curiosidad despierta. No es novedad que los del gremio llevan varios meses pidiendo justicia a los ministros de Interior del anterior gobierno y a los de éste de don Sánchez, en el que dos jueces, el titular del Ministerio y el Secretario de Instituciones Penitenciarias (II. PP.) están encargados de mirar por sus problemas y adecuar y equiparar -dar lo mismo a los iguales- su enquistada “problemática”. Conocidas estas premisas por los que en Salmonetes... paran habitual o esporádicamente, no tengo más remedio que confesarles el monumental cabreo con el que me ha recibido al llegar a tomar la tostada de zurrapa de lomo en el bar de Antonio, donde llegan todos los periódicos del día, que el bar en vez de un bar parece una biblioteca.

       “Mira lo que pone El País de lo que pasó ayer en Madrid”, me dice agitando el periódico. Ayer mi compadre se levantó a las cuatro de la mañana para manifestarse con más de 7.000 compañeros en Madrid. Casi la totalidad de los libres de servicio en toda España menos Cataluña, claro está. Son pocos y a mí me parece que muy educados. Ni se les pasa por la cabeza romper escaparates, quemar coches y contenedores o todas esas barbaridades que don Sánchez y sus ministros consienten. Cero detenciones por ejemplo en Andalucía tras las elecciones del otro día, pareciera que por el miedo al qué dirán. Lo que ha indispuesto a mi compadre, de vuelta a las dos de la madrugada, como digo de natural afable, ha sido la información del periódico global en lo tocante a la gran manifestación de ayer.
      
“Interior investiga a dos funcionarios de prisiones por dar una paliza a un recluso” es el título que ve el lector bajo una fotografía en la que un policía rodeado de funcionarios de prisiones, uno de ellos portando bandera española, costumbre fascista ya saben, apaga con un extintor camisas de funcionario prendidas ante la sede del Pesoé en señal de protesta. El incidente del recluso -interno de primer grado, por tanto peligroso, protagonista de varios incidentes violentos con otros internos y funcionarios y al que es preceptivo cachear a la entrada y salida de la celda- ocurrió hace dos meses, pero El País, que no debe nada a este gobierno de don Sánchez y doña Calvo, ve oportuno destacarlo el día de la huelga para insinuar, como sin darse cuenta, el carácter ultra del colectivo al que perteneció Ortega Lara, un fascista redomado al que como dicen esos contra los que la policía de don Marlaska no actúa, debe “volver al zulo”, un Primer Grado mucho más humanitario que el de los carceleros de Teixeiro, a los que les caerá un puro del copón porque lo sugiere El País.
      
Lo que no sabe El País y tampoco se verá en las imágenes para que el juez -¿quién, si no?- decida en consecuencia es si el interno de Teixeiro rodeado ¡oh, cielos! de cinco funcionarios escondía en la mano, la manga o entre la ropa objeto punzante, cortante o de similares características de las que los funcionarios intervienen cientos a diario... o  psicotrópicos, alucinógenos, o simplemente hubieron de contener el brote, a veces asesino, de uno de tantos esquizofrénicos, psicóticos y psicópatas aún sin detectar, como abunda en las prisiones, que según cuenta mi compadre más tienen de psiquiátricos que de cárceles.
     
Lo que tampoco cuenta El País es que los funcionarios no son autoridad. El puñetazo del preso en primer grado es como si se lo diera un vecino con el que se discute por tener alta la radio. Es decir “ná de ná” 60 euros de multa.  A El País y sus agradecidos gobernantes les entusiasma “joder” (perdón por el palabro, pero es lo que me ha dicho el compadre) a los funcionarios de prisiones. Si no fuera así, ¿cómo se entendería lo que pasó ayer en Madrid y la noticia de hoy en el periódico?
     
ACLARACIÓN PERTINENTE PARA EL DIARIO EL PAIS: El funcionario en su jornada laboral está SOLO  en un patio con un bolígrafo como arma,al tanto de 100 internos. SOLO organiza la convivencia entre individuos que la sociedad no quiere y SOLO evita incidentes y si los hubiere, procura SOLO que se queden en menores... pero hay orates indomables con los que a veces, para evitar asesinatos de otros internos, para arrebatar droga que quieren hacer desaparece por el servicio, tragándosela... o porque a un interno le da  por montar un agresivo numerito contra los funcionarios para ser aislado por miedo a quien debe -dinero o droga- se ven en la obligación de “utilizar la fuerza mínima indispensable” conforme contempla el Reglamento Penitenciario.
      
A veces, señores de El País, cinco funcionarios son menos de la fuerza mínima indispensable para contener, contender y reducir a ciertos reclusos. Si además el funcionario de prisiones no es considerado autoridad, imaginen ustedes el cachondeo de aquéllos.
      
A mi compadre no le duele el regocijo del preso. Ni siquiera el de El País. A mi compadre le duele el desprecio absoluto de don Marlaska y de don Ortiz, secretario general de II.PP, asesor hasta antier de doña Carmena.