martes, 27 de marzo de 2018

Vivir delincuente

 El "Rescatao" en el Alpargate

 Las Penas saliendo de la Mezquita


Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Los años en que la primera luna de la primavera le da por madrugar suelen salir convulsos ,“... pestes, muertes y calamidades”, dice un refrán que mi madre gracias a Dios aún canta cuando las pascuas salen marzales. No sé ustedes, sobre todo los bachilleres antiguos, qué sensaciones tienen estos días, pero a un servidor le asalta una desazón en el alma que no sé cómo explicar. El caso es que me parece que demasiadas personas en España piensan en delincuente, actúan como delincuentes, hablan como delincuentes y encima pretenden llevar razón, y no estoy refiriéndome solamente a los motines cataluños. Detrás del "Rescatao" -no fallamos ningún año en su salida- van condenados con mejores ideas que las que sueltan los educadores de nuestros cadetes por las teles y los artefactos de mano, ya tan imprescindibles.

       En Madrid, hombres y mujeres ilegales que no pagan impuestos hasta tienen un sindicato, “de manteros” dicen, a los que arropan facciones que viven muy holgadamente con dinero de las instituciones y que engañan a sus rebaños con la promesa de acabar con esas mismas instituciones a las que exprimen sin misericordia. Es incomprensible para los que nos educamos en el respeto y la educación a nuestros mayores y a las leyes, cómo se anima -los vividores a costa de los impuestos de los que trabajamos- a no pagar y a tener derecho a paga en un ejercicio yo creo que de irresponsabilidad o maldad sin límites. Es lo que tiene el abandono de la educación, y lo dice un modesto bachiller setentero, a manos de ¡¡profesores de universidad!! elegidos a dedo con el mérito de su desaliño y sus odios.

      En las desembocaduras de los ríos del Sur y apadrinados por muecines barbados, coletudos y muy colegas deambulan montoneras de golfos sin futuro ofreciéndose a patrones sin entrañas para tareas “busquimanas” como dicen por allí a la descarga de lanchas con fardos de jachís o lo que haga falta. La dejadez y el colegueo está convirtiendo el delito en una manera de vivir como otra cualquiera y ya no es sólo el niño que no ha visto otra cosa en su casa el que sale yonqui o atracador, sino todo un barrio el que se hace gremio y no es de extrañar que saque sindicato que defienda el que “de algo hay que vivir”, como dicen los extraños munícipes madrileños.

      Los más graves delitos vienen de Cataluña, pero resultan alucinógenas las interpretaciones de una cantidad de individuos de todo género a la que le parece incorrecta la aplicación de la ley, como si cada cual estuviera capacitado para redactar su propio Código Penal. La mitad de los catalanes, que no nos engañemos son muchos catalanes, tienen una idea del significado de la democracia aprendida en  sus institutos y repasada a lo largo de su vida en una tele racista, con el agravante, o atenuante, vaya usted a saber, de estar convencidos de nacer con la virtud original por el simple hecho de hacerlo en Cataluña. Democracia es doblegarse a mi criterio, porque para eso soy más que tú. Un yo Tarzán, tú Chita, convertido en mandamiento de obligado cumplimiento por las Chitas que somos la raza inferior.

      Llevo varios días sin salir de la mina y he pensado que nada como  el mar de Cádiz, mejor sin bañistas, para intentar comprender tanto disloque. Mañana, o pasado a más tardar, allá que nos vamos. El fin de semana trae agua y temporal en el Estrecho.