viernes, 15 de marzo de 2024

La Ilustración hace cumbre


P. Fidelis Moscinski


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En palabras de Sade recordadas por Muray, no hay nada más divertido que la multiplicidad de las leyes que elabora el hombre todos los días para llegar a ser dichoso, “siendo así que no hay ni una de esas leyes que, por el contrario, no le quite una parcela de su felicidad”. Y al final del camino, la vida, como en Francia con la votación parlamentaria a favor del “derecho constitucional al aborto” (?), cumbre de la Ilustración, que decretó que la felicidad del hombre no venía de la religión, sino de la razón.


El nacionalsocialismo da más importancia a las cosas que a los hombres: es la mentalidad del salvaje que mata a los niños y a los ancianos porque estorban –anota en un campo de trabajo el prisionero Largo Caballero, que no era precisamente de El Yunque, sobre las dos conquistas nazis más cacareadas, aborto y eutanasia–. Eso, aunque se tengan muchos museos y bibliotecas, es de salvajes.


“Propios de salvajes” juzgó Saint-Just los crímenes de la Bastilla. Muray, que no quería pasar por chovinista, decía conocer “Francia y sus horrores”, lo cual no le impedía decirse a sí mismo que “un país donde el feminismo anglosajón y el deconstructivismo derridiano no han acabado nunca de cuajar en profundidad, no puede ser malo del todo”:


Por eso precisamente estamos inquietos. Algún día tendrán que liquidarnos. Convertirnos del todo.


Muray no olvidaba que “los alemanes, en la época de su esplendor hitleriano, ya preveían para nosotros un futuro de inofensiva tierra turística, de ocio y gastronomía, provincia de la moda y de los perfumes, una especie de Suiza, más vasta, abierta a los tour-operadores de la Alemania universal”, que ha vuelto a merendarle la cena a Francia.


En el paso de la hitlerización del planeta a su disneyficación contemporánea, lo único que ha desaparecido es la violencia. Y además, no para todo el mundo.


Europa murió en 1914, en cuyas vísperas Karl Kraus ya avisó que en el corazón de la gran cultura los hombres harían guantes de piel humana. “Castigar a Francia, olvidar a Alemania, perdonar a Rusia” fue la sentencia de los neoconazos contra los disidentes de Iraq, a cuya Reina de Corazones, Victoria Nuland, debemos un “fucking” tan famoso como el de Bellingham: “¡Que se j… Europa!”. Enseña Dalmacio Negro que a las oligarquías dirigentes les interesan sociedades hipersexualizadas, que fomentan la destrucción de la familia, ya para Bodino (padre de la soberanía) una barrera contra la tiranía. La Weltanschauung es hoy el aborto, obsesión del católico Biden, cuya patocracia acaba de liberar, tras once meses de cárcel americana, al franciscano Moscinski, arrestado en Filadelfia (con métodos que sonrojarían a la GPU) por rezar en una clínica de abortos.


Pero Macron, el liberalio con alzas que ya ha eliminado la cruz de Los Inválidos, tumba de Napoleón, en el cartel de los Juegos Olímpicos, pide un cetme para marchar a la guerra de revancha contra Rusia.


[Viernes, 8 de Marzo]