Pasión de Jesús
Morata de Tajuña, 2014
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En la Pasión Viviente de Morata de Tajuña, Madrid, cuando de la oscuridad, en lo más alto, se aparece el Resucitado, la muchedumbre que en la noche del Jueves Santo abarrota la plaza Mayor (la plaza del toro y la plaza del Cristo en la maravillosa primavera española) estalla en ovación alegre, comunal y final, como la que en los títeres liberan los niños cuando el títere de la estaca apalea al diablo, que es otro títere.
La resurrección de Jesucristo es el fundamento del mensaje cristiano.
–Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido, y vuestra fe, lo mismo –escribe Pablo.
Para Ratzinger, la dialéctica que forma parte de la esencia del Resucitado es presentada en los relatos realmente con poca habilidad, “y precisamente por eso dejan ver que son verídicos”.
–Si se hubiera tenido que inventar la resurrección, se hubiera concentrado toda la insistencia en la plena corporeidad.
“No conocer la corrupción”: ésta es la definición de resurrección.
Con la Resurrección, el viejo modo humano de estar juntos y de encontrarse con Cristo queda superado. María, su madre, lo ve, y no lo reconoce. Para demostrar su corporeidad, Él, que una vez dibujó en el suelo un pez que luego borró, acepta un trozo de pez asado para comer. “¿Muchachos, ¿tenéis pescado?” Ha puesto pescado sobre las brasas, y los invita: “Vamos, almorzad”. Y entonces ellos saben que es Jesús. “Comiendo con ellos sal”, el sello de las alianzas.
–Señor, ¿qué ha sucedido para que te muestres a nosotros y no al mundo? –es la pregunta que Judas Tadeo, en nombre de todos nosotros, le hace a Jesús en el Cenáculo.
Mas ése parece ser el estilo divino: suscitar amor, no arrollar con el poder exterior. La victoria del amor, dice Ratzinger, será la última palabra de la historia del mundo.
–Pues hace footing todo el año para poder lucir luego en la Cruz –me dicen del Cristo nuevo de Morata (¡Cristo de estreno!), que es pintor, en un balcón.
Abril, 2014