martes, 7 de enero de 2020

El fogonazo


 Nicolás Ramiro Rico


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El fogonazo –el golpe de magnesio– del frentepopulismo de rostro humano que entre todos nos hemos dado es ese señorín arrastrado por cuatro titanes de Marlaska en la acera de Ferraz porque soltó un “¡Viva España!” portando una bandera nacional ante el nido del águila, que es Sánchez, quien, como frau Merkel, no quiere banderas, que las carga la ultraderecha y luego que si el canto del chivo.

    –¡Es mi derecho constitucional! –voceaba, inerme, el señorín, víctima -otra más- del malentendido democrático del Estado de partidos.

    Traigamos a la memoria, diría hoy Nicolás Ramiro Rico, a quien volvemos en esta hora delirante, que en 1823 el duque de Angulema y su “troupe”, más zarzuelera que marcial, nos “desconstitucionalizaron” a los españoles (y no olvidemos que desde 1500 hasta hoy no ha transcurrido un siglo sin una contienda civil entre españoles).

    –“Barricada”, recuérdese, es un galicismo, no una castiza voz hispánica. Tampoco olvidemos que los textos constitucionales vigentes en Italia y Alemania (nuestros modelos), aunque públicamente tramitados a estilo liberal y democrático occidental, descansan en decisiones operativas del poderío militar de la potencia ocupante. Aquí las constituciones no dejan de ser un “provisorium”, siempre en precario.
    
Cuenta un discípulo de NRR, quien no hablaba de Derecho Constitucional en un país sin Constitución, que nunca explicó las Leyes Fundamentales del Reino: “Para eso estaba su adjunto, el jurídico militar Ramón Sainz de Varanda”, primer alcalde de Zaragoza con la democracia y senador… del Psoe.
    
Usualmente –anota NRR–, todo el segundo curso de Derecho Constitucional se reserva para lo que vaga y pomposamente se llama “Derecho Constitucional Comparado”. Se trata de una enseñanza en gran parte imaginaria, donde reina supremo el “quiproquo”. No hay mucho que comparar, si somos sinceros.

    Este gran hombre leía “Dafnis y Cloe” una vez al año, en la traducción francesa del XVI, su predilecta.

    ¿Qué leerá Marlaska?

El hombre arrastrado por la acera de Ferraz