Muñoz Seca
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En el primer número del ABC republicano (el ABC usurpado por el partido socialista y la Ugt, el más republicano de los periódicos republicanos), era señalado con gracejo miliciano para un “paseo” don Pedro Muñoz Seca, el comediógrafo que más dinero ganaba (¿para qué querían más?):
–¿Cómo? ¿Qué no caéis? ¡Sí, hombre! Se trata de aquel autor monárquico y gracioso que puso sobre la puerta del ascensor de su casa (¡suya, compañeros!), con el letrero de “No funciona”, este otro dirigido a sus pacientes inquilinos: “Un, dos, tres, cuatro; / tenéis ascensor para rato”.
El bachiller de Sainz Rodríguez hizo de la educación el “ascensor social” de los pobres hasta que el 78 colgó en la puerta el letrero de “No funciona”, y hasta hoy, cuando la única discusión (pin parental) es si el pobre tiene derecho a elegir la soga con la que colgarse. Ivan Illich habló de “pobreza modernizada” (frente a la pobreza clásica, “estable y menos paralizante”), una conquista, allá y acá, de la izquierda latinoché: los ciudadanos aprenden a pensar como ricos y a vivir como pobres.
–Hay que preparar para la vida, no para el examen, lema de la Universidad Popular de mi pueblo, Pinoso –escribe Azorín en carta a Baroja.
El Consenso español (“pensar como ricos y vivir como pobres”) prepara a los pobres para poner copas en Londres.
Esto da para un coloquio, no de los perros de Cervantes (hoy, García y Montero en lugar de Cipión y Berganza), sino de Licurgo, ejemplo de educación que pone De la Boétie: el legislador de Esparta crio dos perros hermanos, con la misma leche, pero uno en la cocina y otro en la caza; para mostrar a los lacedemonios que los hombres son como la educación los hace, puso sus dos perros en pleno mercado, y entre ellos colocó una sopa y una liebre. Uno corrió al plato, y el otro, a la liebre.
Determinar cuál es la sopa y cuál la liebre en el celebrado Consenso español (“Un, dos, tres, cuatro; / tenéis ascensor para rato”) excede las posibilidades del folio.