domingo, 31 de enero de 2016

Córdoba, 2; Leganés, 3

Cuando Alexander Szymanowski se fue del Recre al Brondby


Francisco Javier Gómez Izquierdo

     Prometo que no sabía que hoy nos pitaba Arcediano Monescillo, pero nada más verlo calentar he sabido que el protagonista del partido iba a ser él. Este hombre no es que tenga manía a un equipo, a un jugador ó a una ciudad. Este hombre es una calamidad como árbitro y aunque por lo general y conforme avanza el encuentro suele cebarse con uno de los contendientes, a veces se arrebata contra los dos y entonces ya no hay quién lo pare.

     El partido iba bien. Arcediano nos había pitado un penalty a favor bastante discutible -¡vamos, creo que no era penalty!- en el minuto 45,  y el zurdo Szymanowski  nos había colado un golazo en el 46, pero a veinte minutos par el final le vino el calambrazo a Dámaso Arcediano Monescillo y volvió a pitar penalty y a regalar tarjetas a cuatro o cinco futbolistas pepineros, entre ellas una roja a Bustinza, uno de  de los tantos cedidos del Athletic que tiene el Leganés. La expulsión y la ventaja en el marcador pareció contentar a Oltra, un entrenador con muy buena prensa y que a mí no me engaña. El título de entrenador está bien que habilite para que decidas la táctica y el gobierno de una plantilla, pero de ahí a despreciar a los que no lo tenemos como si ser entrenador tuviera la misma categoría que la de cirujano, me parece de una soberbia injusificadísima. Para mí, este Oltra no lee bien los partidos y hace cosas que no sorprenden a nadie y menos aún a los rivales. Cosas que yo por ejemplo nunca haría.  Sin embargo, a mí se me ocurren modificaciones comprometedoras para la estrategia del contrario que el señor Oltra ni se imagina.

     Con un hombre más y los tres cambios agotados para quedar bien con los futbolistas del banquillo, el entrenador Oltra ha encerrado a sus hombres sin tener previstos los imponderables añadidos con árbitros como el señor Arcediano, de cuyas extravagancias un servidor ya tenía suficientes antecedentes. A falta de cinco minutos, penalty innecesario de Razak y castigo desmesurado de Arcediano. ¡Expulsión!. Luso, el mediocentro asfixiado que habría que haber sustituido se pone de portero para demostrarnos que es capaz de todo y desde 30 metros se come el 2-3 quizás injusto pero definitivo a favor del Leganés.

      El partido ha sido uno de esos despropósitos  que se recuerdan durante años y que hacen inolvidable el nombre de un árbitro entre una afición acostumbrada a colegiados extravagantes. “Mira, Andrés, tú que conoces al hombre, dile que lo deje. Que hace mucho daño al fútbol. Que el demonio particular del cordobesismo era Valle Gil y ya  se ha retirado. Que lleva camino de sustituirle, con el agravante de que no parece tenernos especial inquina. Mas parece padecer incapacidad manifiesta y éso es muy malo para él y para el fútbol, Andrés”.

    Por lo demás, muy bien el Leganés. Con mucha gasolina, un porterazo  y con mucha guerra que dar, a pesar de ser  equipo recién ascendido y hecho de recortes vizcaínos. Lo teníamos avisado en Salmonetes...