Escudero, Vanegas, Valencia
José Ramón Márquez
Hoy,
Las Ventas, Patio de Monipodio, cubil de la mangancia, patria de Rinconete y
Cortadillo. La picaresca ahí, en el escaparate de la Plaza de Toros, para que
todos los extranjeros que ocupaban los tendidos tuviesen la más aquilatada
visión de lo peor de esta España de nuestros pecados. De los once aficionados
españoles que pasamos por taquilla -los de gañote no los contamos, por tener
otros compromisos- no decimos nada, por hallarse curados de espanto y tómese
aquí el término curado en el sentido de endurecido y seco, como la cecina.
1.
La Empresa y
el ganado
La
Empresa
que regenta los destinos de la conocida como Primera Plaza (de Pueblo) del
Mundo, a la sazón la razón social Taurodelta S.A., de la que las cabezas más
visibles son un padre y unos hijos, el padre se llama Manuel y los hijos ya te
lo he dicho, dentro de la pavorosa programación que presentaron para los
domingos del mes de julio incluyeron una
novillada de los Hermanos Sánchez de León. Nadie entiende cuál es la razón de
programar una novillada de los Sánchez de León, que son unos señores a los que
nadie conoce que se compraron sus correspondientes juampedritis de Fuente
Ymbro, eliminando lo anterior. No se pide que para traer una novillada a
Madrid en julio haya que acarrear la fama de don Vicente Martínez o del Duque
de Veragua o del Marqués de Saltillo, pero
sí que lo que anuncien suene un
poquito, un poquito nada más, sí. Y todo el sonido o soniquete de los Sánchez
de León procede de que el año 14 lidiaron un novillo de sobrero. Con ese magro
bagaje, e imaginamos que con el low cost inherente a los pocos méritos de la
vacada, los avezados emprendedores Tauro D ajustaron una corrida de novillos para
hoy. A saber quién será el veedor de Tauro D, pero el tío se
lució de lo lindo. Los novillos ya estaban fuera de juego el pasado viernes,
ignominioso retorno a Trujillo, y las mentes pensantes se pusieron a buscar por
ahí algo barato que echar a Las Ventas y entonces se encontraron con los Toros
de la Plata,
más bien del bronce diríamos, la ganadería que agrupa en la Sociedad Limitada
Pastos y Ganados del Suroeste una mezcolanza o gazpacho de sangres Núñez y
Torrestrella, avalada por la fiabilidad que da el saber que el año pasado no
lidiaron ni una y cuyo representante es el emprendedor don Pedro Trapote,
famoso por sus fiestas y cuñado de Gonzalón, el que nos metió en Europa al precio que le piieron. Bien,
pues el bueno de don Pedro no tenía en El Castillo de las Guardas seis novillos
para Madrid y envió lo que tenía, que quien da lo que tiene no está obligado a
más, tres elementos de su padre y de su
madre que ni con las pruebas del ADN en las manos se podría decir que entre
ellos guardasen la más mínima relación de parentesco. Como es bien sabido, al
menos por unos pocos de los que estábamos en Las Ventas, la corrida consta de
seis novillos, por lo que hubo que remendar los Trapotes de la Plata con tres de Antonio
Ordóñez, Atanasio y Conde de la
Corte, que serían eso cuando la ganadería la tenía el maestro
de Ronda y que ahora, vaya usted a saber. Remiendo con la tríada de novillos
low cost de Ordóñez de poco o nulo interés y de menos fuerzas aún, lo cual
propició la irrupción en el ruedo de uno de Aurelio Hernando que no era
jabonero y que a la postre fue el más toro de la infausta tarde.
2.
Sánchez y los de las mulas
Fernando
Sánchez, el tercero de Castaño, iba también de tercero en la cuadrilla de
Guillermo Valencia. Ni cuenta nos habíamos dado durante el paseo, pero al ver
su característica manera de ir al toro para cuartearle en banderillas y
fijarnos en sus patillas decimonónicas en seguida caímos. Tras el trasteo del
matador que finaliza con el torero entre las patas del toro, atropellado al
entrar a matar, se produce una cierta petición. Los de las mulas, como es
costumbre, más bien abuso, se aproximan al lugar donde se encuentra el cadáver
del toro a la velocidad de crucero de un perezoso (0.7 m/seg), haciendo las
consabidas cucamonas como de que se ha soltado un ramal o hay que apretar un
atalaje, favoreciendo que asome algún pañuelo más, para ir sumando, que todo es
bueno para el convento. Sánchez coloca como descuidadamente su capote en el
suelo frente al toro haciendo de barrera para que las mulas no puedan llegar a
la cabeza donde el hondero espera, con su labor hecha, a poder enganchar al
toro al tiro de mulas. Aunque Sánchez rezonga, pierde el tiempo, hace como que
no se entera y mira hacia el otro lado, el número de pañuelos no crece;
finalmente las mulas salen hacia el desolladero portando el cuerpo del novillo
y Sánchez se va a la barrera visiblemente contrariado por el poco éxito de su
triquiñuela y con aspecto de estar soltando por su boca lo que no está en los
escritos.
3.
Cano Seijo y Briceño
Mira
que está clarito lo de que la primera oreja la da el público. Pues no. El Palco
que había negado la oreja a Guillermo Valencia, y eso que se emplearon los
trucos antes explicados, habiendo una petición medianeja, desparrama el moquero
blanco con una petición de unos veintisiete pañuelos para Manolo Vanegas en su
segundo, el de Aurelio Hernando. Cano Seijo, que no debería ser Presidente en la Plaza de Madrid, tiene un
concepto del Palco muy ancien-régime y se ve a sí mismo como un Rey Sol, cuyo
Mazarino sería Briceño (lo mismo este Briceño de hoy con cara de Briceño que el
del otro día disfrazado de Joselito Calderón). Cano Seijo se sienta tras el
tapiz y ya está como si se encontrase en Versalles con el pelucón en la cabeza.
A veces usa el truco del teléfono, de hacer que habla por teléfono para darse
aún más importancia, pero lo que de verdad a él le gusta es sacar los pañuelos
cuando le place, venga a cuento o no. En la Feria de San Isidro le sacó el pañuelo anaranjado
al Jabatillo de los Lozano porque le salió del níspero y porque ¿quién le va a
discutir a él su omnímodo poder sobre esos pañuelicos que penden por el lado
interior del Palco presidencial? Y ahí tenemos a los Briceño, al de la careta y
al otro, cada uno cuando le toca, dando su sabio y desinteresado asesoramiento
para que el moquero asome y así, en esta tarde tórrida, el venezolano se pueda
llevar a Táchira la oreja más barata que hemos visto en Madrid en lo que va de
siglo XXI y que más que como oreja cuenta como un obsequio personal de Cano y
Briceño al joven novillero tachirense.
4.
...Y Faustino
El
pobre Faustino, con estos calores, dejándose las palmas en favor de la torpeza,
la bastedad y los modos de aficionado práctico de Guillermo Valencia nos llevan
al recuerdo de las palmas a Conchi Ríos, que para muchos marcan el inicio de su
decadencia.
5.
Y lo demás
Muy
pocos argumentos en la tarde. Acaso Manolo Vanegas, al que vimos el año pasado
en Morata con una corrida bastante seria de Zacarías Moreno sea quien ha dejado
mejor impronta de su paso por Madrid. Le tocó el toro de más exigencia de la
tarde, Dulce, número 27, de Aurelio Hernando y aunque bien es verdad que sus
modos no se ajustaron a las condiciones del toro, también debe decirse que
aguantó el tipo con valor y decisión, siempre al borde de la cogida. Merece la
pena volver a verle.
José
Ney Zambrano montó gustándose y picó midiendo el castigo en una buena
actuación.