Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Que dice Ciudadanos (cualquier cosa que eso sea) que su prioridad para la próxima legislatura es la Educación: una revolución para los profesores.
¡El profesorado! He ahí la causa de la idiocia (en el sentido homérico de la palabra) española.
Releer las memorias de Fray Servando Teresa de Mier, dominico mexicano desterrado a España por negar el milagro guadalupano, es comprobar que los españoles del XXI continúan mentalmente en el XIX.
La Historia de las Mentalidades la inventaron los franceses en 1932: supone prescindir del método marxista (subordinar los hechos a las ideas) y, en vez de describir los aspectos externos de las clases contendientes, ahondar en el contenido mental de cada una de ellas.
La Universidad y el profesorado del XXI, cuyo breviario es el periódico global, son la Iglesia y el clero del XIX, unidos por su odio a lo que nunca han conocido: la libertad.
–Los españoles –anota fray Servando–, tenaces por su naturaleza, no varían de odio una vez que lo conciben, ni concluyen la persecución de uno, aun cuando ya lo han echado en el sepulcro.
De cebones de Jesucristo (cantores y comedores jerónimos) a cebones del Estado (cantores y comedores podemiteros).
Frailes y profesores de misa y olla, que andan (barbita y sandalia) de fe y de cultura a verlas venir, constituyen la vanguardia reaccionaria de España, un país de demócratas de bolsillo donde no existe una sola traducción de “El Federalista”.
–Aun en los buques de los católicos –avisa fray Servando– es menester no decir uno que es fraile, porque si hay alguna borrasca lo echan al agua.
Jurados y no jurados, republicanos y realistas, jansenistas y jesuitas, constitucionales y refractarios. Pablemos, Monederos y Errejones, más toda la clerigalla sociata, tetones (que no teatinos) de la “Universidad pública y gratuita”. Y su Inquisición, tan terne.
¿Y la gente?
A peor. En el XIX, al menos, con decirle a uno que era fraile, se daban por agotadas las injurias.