martes, 19 de mayo de 2015

La del Conde de Mayalde. Juampedritis para todos, con Posada, al que estorba el toro, y Rey, que lo que necesita es toro

LOS TOROS VISTOS POR EL QUE PAGA

Roca Rey

José Ramón Márquez

Del Conde de Mayalde, a bote pronto, además de algunos sobreros o remiendos que echaban hace años en Las Ventas, recuerdo una novillada que mataron sin pena ni gloria Gómez del Pilar y otros dos hará unos cuantos años, pero lo que más recuerdo es una conversación del tuiter este invierno pasado. El tuiter es una cosa óptima para el gamberreo en la que de pronto te encuentras charlando con personas a las que ni conoces, y eso mismo es lo que pasó, que uno hizo una de esas befas que suele hacer de la juampedritis y apareció un ciudadano -acaso francés, no recuerdo- sacando la cara por la ganadería que porta esa extraña divisa marrón y roja. El hombre, intuyo que amigo de la casa, proclamaba las bondades de los Conde de Mayalde y uno en esos 140 caracteres tampoco podía explicar su vida de aficionado, ni mucho menos pedirle el carnet al interlocutor parea ver si aquel hombre era un chuflas o sabía de lo que hablaba. Ahí quedó la cosa y cuando vi en los carteles de San Isidro anunciados a los pupilos del ex-alcalde de Madrid, me acordé de aquel paladín de la mayaldería y aguardé con gusto la llegada de este lunes 18 de mayo para ver lo acertado de las aseveraciones de aquel buen hombre, que lo mismo en cinco años de devoción ganadera la cosa había tirado más por la calle de en medio que por la trillada autopista de lo de todos los días.

Para mayor alegría, hoy se nos ha presentado en la Andanada, tras dos años de forzoso exilio, el gran aficionado don Juan Galacho, acuñador del feliz término “juampedritis” y pozo enorme de sabiduría taurina. Cuando sale el primero, Boticario, número 18, y se arrima al caballo y al sentir levemente en la espalda el escozor de la puya sale de naja a mil por hora, la añorada voz del viejo aficionado, suave acento de Málaga, exclama con precisión quirúrgica:

-¡Juampedritis!

Ahí se acabó la rememoranza del tío aquél del tuiter y sus engaños y ahí vino el jarro de agua fría de lo de todos los días: otra juampedrada que nos llevamos entre los ojitos, maldita sea. Por la parte buena diremos, por si acaso estas líneas llegasen a los ojos de aquel señor, que la corrida venía bien presentada... vamos, que si comparas esta novillada con las fotos que circulan por ahí de la que les tienen preparada en Nîmes para el Mofletes y el Pasmo de San Blas, es como comparar a Floyd Mayweather con el Teletubbie morado. Corrida bien presentada, ¿y qué más? Pues poco más... la vuelta a la normalidad cromática, esto es cinco novillos castaños y uno negro que, casualmente, es el que dio mejor juego tontibobo para la muleta, y lo otro, que es lo del programa de todos los días, lo de la fijeza, lo de que se arrancan con alegría -que nunca falte la alegría- y lo de las galopadas, que esto a base de repetirlo van a acabar haciendo que nos lo creamos. En cuanto a lo del cromatismo alguien debería pensar que cuando Joseph Delgado, alias Illo, en una famosa escritura pide matar “toros negros de la parte de Andalucía”, ya se nota que hace dos siglos la cosa estaba bastante clara en cuanto a la cosa de los pigmentos y realmente uno no entiende esta fiebre colorista que ha atacado a todos los ganaderos últimamente.

Para la lidia y  muerte a estoque de los seis del Conde se anunciaron Posada de Maravillas, Clément Dubecq “Clemente”, y Andrés Roca Rey. El segundo se presentó en Las Ventas el pasado día 1 de mayo, pero como no le vi, es casi como si fuese nuevo en la Plaza.

En su primero Posada de Maravillas (joé... ¡vaya nombrecito también!) transmitió de una manera neta a quien quisiera verlo que a él como torero lo que le estorba es el toro. Pensamos en este hombre frente a un carretón, frente a un espejo, trazando sus pases, ahí va uno, ahí va otro, ahí la trinchera, ahí el desplante... y no cabe duda de que debe dar gusto verle dibujar sus muletazos lentos y cadenciosos a condición de que no haya toro. No es que transmita sensación de miedo, ni mucho menos, es que se nota que el toro le incomoda, porque le afea su estética, y el animal está muy por debajo de las potencialidades del torero en cuanto a afectación, a retorcimiento y a falta de naturalidad. A éste le deben estar regando las orejas a todas horas con que es un artista de los buenos y el pobre parece que se lo ha tragado. En su segundo, el negrito Agachado, número 33, máquina de embestir sin intención malvada alguna, se vivió una especie de sainete o tragicomedia cuando el toro literalmente arrolla al torero. Tras unos instantes de confusión con el ruedo poblado por los de oro, los de plata, un señor gordo, otro de menos volumen y otro con una botellita azul de Solán de Cabras, el joven diestro va al burladero de donde sale en mangas de camisa a hacer su faenita. ¡Con la bronca que le dieron a Periquito los del 7 -cuando había 7- porque un día de calor tórrido salió sin chaleco! Pues hoy Posada de las etcéteras, sin chaquetilla, en mangas de camisa se dispuso a firmar la que será recordada como su mejor faena en Las Ventas, consistente en el toreo de desapego, ayuno de poder y de dominio, ejercicio huero de esteticismo sin otra finalidad que la propia estética. Imagino que los espíritus más impresionables habrán sido elevados al séptimo cielo por toda esa declaración de amaneramiento, de falta de naturalidad y de empalago, tan a menudo confundido con el arte, con que Maravillas ha regado la Plaza. Las palmas incomprensibles con que un nutrido grupo de personas despidieron al novillo al ser arrastrado denotan la deriva hacia el abismo en que se halla la Plaza Monumental de Las Ventas.

Por contra Roca Rey ha demostrado que lo que él necesita es, justamente, toro. Con su primero, una babosa claudicante que sólo merecía la muerte de bajonazo con derrame, presentó sus credenciales de torero que se queda en el sitio, que está en la frontera del sitio donde se torea de verdad, que tiene solvencia en el uso de la muleta y que organiza la faena en torno a un fin, no a una mera sucesión de pases. Todo eso lo traslucía en su trasteo, porque el novillo no tenía otro fin inmediato que el de entregar su alma al Creador cuanto antes mejor. En su segundo mostró idéntica disposición, muy en novillero, dando la sensación de que le funciona la cabeza, sin renunciar a su posición y haciendo gala de un valor sereno muy estimable. Fue despedido con sinceras palmas. Hace mucho que no veíamos a un novillero que prometa tanto como este Roca Rey... a ver si no nos lo malean.

Clemente se salió hacia los medios con su primero de manera muy torera, ganándole el terreno al toro y toreando. Por su parte ya no hubo más, salvo lo de todos, lo de siempre.
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La chaquetilla.- Ignoramos por qué Posada se quitó la chaquetilla, pero nos dio esta idea: Como saben bien los aficionados, la primera oreja que se corta en la tarde la da el alguacil de más veteranía, la siguiente, el otro, y así sucesivamente. Hay veces, cuando el matador que va a recibirlas lleva el vestido muy manchado en sangre, que el alguacil veterano desiste de su derecho de entrega delegando su prerrogativa en su compañero más joven que, en el abrazo posterior a la entrega, deja su vestimenta embadurnada de sangre. A la vista de lo de hoy de Posada se nos ocurrió que, en esos casos, los alguaciles podrían también quitarse la capa y el jubón e ir a entregar la oreja en camiseta, para así evitar el deterioro del uniforme de trabajo.

 La papela de Abella

 El programa

 Ramoneo por el Conde

 La caló

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 La campechanía de no pagar

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 La merienda

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 Caronte

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Nos quedamos con ganas de verlo con un toro