Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Del Botellato al Manuelato.
Sin lo primero sería inconcebible lo segundo, y el nexo podría ser Tono Martínez, el Rasputín de la Movida que Botella llevó al castillo de Cibeles.
Pobre “Pecas”, el perro de Espe, que, con más cultura política que los tertulianos, nos mostraba, mañanero, que el verdadero (¡único!) enemigo de “la casta” es... la abstención.
El descubrimiento por el periódico global de que fue ella, ¡oh, Bolívar!, la libertadora de España (las “libertáes”, ya saben) ha llevado al sillón de la casta municipal a Manuela Carmena, que dobla la edad que Ciudadanos (o el organicismo riverista) establece como límite para gobernar en España. Sin embargo, dice cosas como “han (sic) habido cosas”, que son cosas que la acercan juvenilmente al analfabetismo proverbial de la Generación Mejor Preparada de la Historia.
–¿Será el nuevo Tierno? –me pregunta en los toros mi amigo Pulga de Triana.
Será… La Tierna.
Del Viejo Profesor a la Vieja Jueza.
Los sociatas (partido estatal de aluvión, como ahora Podemos o Ciudadanos) llamaban a Tierno “víbora con cataratas”, pero aportaba “reconocido prestigio”, y Guerra lo envió al Ayuntamiento de Reina Madre, es decir, a escribir un bando por la mañana, a almorzar a mediodía con Dubinin en Tejas Verdes, a echar la siesta con el último “afterpunk” de Ramoncín y, al despertar, a posar la vista en la teta de Susana Estrada.
Ni Dubinin ni Ramoncín ni Susana (cada uno por distintos motivos) parecen ya en disposición de ayudar a Carmena a hacerse La Tierna, pero ahí está Carmona, el Mortadelo de la casta, pues el que quería ser Tierno era él, que siempre podrá aprovechar sus disfraces (su campaña electoral ha sido como una superproducción de Samuel Bronston en la sastrería Cornejo) para disfrazarse de teta susanera, de rey del pollo frito o de embajador soviético (“lieux de mémoire!”) con que reconstruir para la juventud del Manuelato aquel tiempo feliz.
Con permiso del “derecho al olvido”.
Abc
Del Botellato al Manuelato.
Sin lo primero sería inconcebible lo segundo, y el nexo podría ser Tono Martínez, el Rasputín de la Movida que Botella llevó al castillo de Cibeles.
Pobre “Pecas”, el perro de Espe, que, con más cultura política que los tertulianos, nos mostraba, mañanero, que el verdadero (¡único!) enemigo de “la casta” es... la abstención.
El descubrimiento por el periódico global de que fue ella, ¡oh, Bolívar!, la libertadora de España (las “libertáes”, ya saben) ha llevado al sillón de la casta municipal a Manuela Carmena, que dobla la edad que Ciudadanos (o el organicismo riverista) establece como límite para gobernar en España. Sin embargo, dice cosas como “han (sic) habido cosas”, que son cosas que la acercan juvenilmente al analfabetismo proverbial de la Generación Mejor Preparada de la Historia.
–¿Será el nuevo Tierno? –me pregunta en los toros mi amigo Pulga de Triana.
Será… La Tierna.
Del Viejo Profesor a la Vieja Jueza.
Los sociatas (partido estatal de aluvión, como ahora Podemos o Ciudadanos) llamaban a Tierno “víbora con cataratas”, pero aportaba “reconocido prestigio”, y Guerra lo envió al Ayuntamiento de Reina Madre, es decir, a escribir un bando por la mañana, a almorzar a mediodía con Dubinin en Tejas Verdes, a echar la siesta con el último “afterpunk” de Ramoncín y, al despertar, a posar la vista en la teta de Susana Estrada.
Ni Dubinin ni Ramoncín ni Susana (cada uno por distintos motivos) parecen ya en disposición de ayudar a Carmena a hacerse La Tierna, pero ahí está Carmona, el Mortadelo de la casta, pues el que quería ser Tierno era él, que siempre podrá aprovechar sus disfraces (su campaña electoral ha sido como una superproducción de Samuel Bronston en la sastrería Cornejo) para disfrazarse de teta susanera, de rey del pollo frito o de embajador soviético (“lieux de mémoire!”) con que reconstruir para la juventud del Manuelato aquel tiempo feliz.
Con permiso del “derecho al olvido”.