Pepe Campos*
Taiwán
En el Patio de Monipodio que es el Camp Nou se acoge desde hace unos años a esta parte a equipos de fútbol de toque excelso, pero difuso, de tácticas tan abiertas como chancleteras, para que una avispada cuadrilla de pícaros -Maniferro, Chiquiznaque, Repolido o El Pipote- robe balones, y se los entregue, en inmejorables condiciones, al rey del desmarque, porque nunca está marcado, porque no se le debe marcar, pues no se lo merece, el solitario y afanoso Messidillo. Que entonces hará de las suyas.
El ideólogo de este entramado fue en su día Guardiolete, cuando actuaba de Monipodio, y ahora interinamente sustituido por Luis Ganchoso. El miércoles volvía a su patio, Monipodio, ahora como Guardiolete. Retornaba a la que fue su casa para asistir a un homenaje que le iba a dar su otrora cuadrilla, y que no fue otra cosa que el triunfo de su propuesta futbolística, consistente en que el equipo que se enfrente al Barçipodio no debe emplear ningún tipo de marcajes sobre los jugadores de la cuadrilla del compinche Messidillo, y, mucho menos a éste, su amo o Dios, para que así pueda, siempre que sea menester, recibir el balón, en copiosa y placentera soledad, y hacer de bajamanero.
Entonces, ya con el balón en sus piernas, Messidillo saca sus tijeras y hace a cada cual su traje, faena que aprendió cuando era pequeño en la escuela de la vida o La Masía. En esto reside una parte de la filosofía futbolística de Guardiolete. Otra, en que todo equipo -sobre todo los inferiores- debe jugar tocando continuamente el balón, sin ton ni son, e irse adelante sin criterio para marcar goles, todos los posibles, para alegría de los piperos. Es el fútbol del cero a ocho. Un ansia. Una ideología futbolera triunfante asumida por pléyade de entrenadores y escuelas.
Una sinfonía que dirigirán desde la banda entrenadores de diseño, gesticulantes, bullidores, vocingleros, delgaduchos, despeinados o calvos, chaquetilleros. Porque así llegarán los récords, las estadísticas, los títulos. Una manera de jugar, al toque-toque de balón, sin marcaje; al robe-robe de balón; al mía para ti, y al ni yo, ni tú; para que le llegue la pelota al que está de palomero; para que un Messidillo posicionado tire de repertorio de futbito. Un método venido del Patio de Monipodio y aceptado por casi todos los equipos del mundo. Con Guardioletes al frente. Para deleite de la grada pipera. Un gaudeamus. Festejado bajo la vigilancia escribidora de cronistas de la causa.
Pero, nos preguntamos, ¿qué harán aprisa en Alemania con esta nueva Grecia que se les ha metido a golpe de millones en su trabajadora tierra?
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*Pepe Campos es profesor de Cultura Española
en la Universidad de Wenzao, Kaohsiung, Taiwán