Una mujer entre todas las mujeres
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Creo que he llegado a una edad en la que es preferible pecar de empecinado a dar la razón a esa poblada tribu de tontilocos que pretende llevar tus convicciones por la senda de la nueva educación. A la nueva educación se le llama progresismo y uno la ve como lo hiciera el gran Mingote: “...los progresistas hacen progreso como los pianistas pianos”.
¿Qué puede pensar alguien que es testigo de una monstruosa corrupción en Andalucía cuando escucha decir al Jefe de la Cosa que está defraudado con el resultado de las conclusiones de la Comisión de los eres, entorpecida por el partido opositor? ¿Y esa señora rubia, de la misma facción que el señor de Andalucía, despreciando el perdón por ser reminiscencia cristiana del catolicismo español? ¿Y las susanas devorahombres capaces de acusar sin ninguna vergüenza a los fascistas especuladores de construir el Algarrobico, como si en estas tierras no lleváramos treinta años de Progreso? ¿Y qué decir del jaleo colegial con sindicalistas estudiantiles de treinta años, reclamando el derecho a cobrar beca por repetir curso? ¿Qué podemos pensar de esos pueblos en lucha contra el Gobierno, por bajar el sueldo de tres mil eurazos a subalternos sin la Egebé? ¿Y cuándo desaparecerá esa lacra de bufetes de abogados de ilustres nombres tal que la rubiales Amparo y el rollo de Javier que dice no tener constancia de cobrar en negro 6.000 al mes por intermediar ante las autoridades afines? ¿Por qué han de ser estos perillanes los instructores en el Derecho de Progreso? ¿Y por qué hemos de continuar con ese paraíso de primos y cuñados cuya capital es Sevilla? Y... mejor no sigo.
Puse aquí lo tedioso que resultaba la cosa de los eres y lo que suponía iba a pasar. Va a ser peor de lo previsto, pues la jueza -a la que suponíamos un par- se ha puesto mala y el “primo del marrón” ya está señalado para quien tenga que condenar. De la falta de justicia tengo hecha idea por tratar con ella de continuo y la única tabla de salvación democrática estaba en el fútbol, pues cada cual tiene su propia opinión y ve los penaltys a su manera, pero ni aún aquí le van a dejar a uno en paz. Con la misma fiera ignorancia de la Susana andaluza, estultos periodistas venían equiparando las fuerzas colchoneras con las merengues, con la intención de hacer dudar de lo obvio a los que sólo vemos dos en el escaparate. El triunfo del Atlético en el Bernabéu es como encontrar al verdadero responsable de los eres andaluces: el sueño de los ingenuos. Uno, que tiene este defecto de natural, esperaba anoche a Falcao y a Arda Turan. El primero no llegó y el segundo, mejor que no hubiera ido.
"Intoxicación fascista"
La consejera Susana dispuesta a repetir
mentira hasta volverla verdad