sábado, 22 de diciembre de 2012

Belén

 
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Belén quiere decir Casa del Pan.

    En Madrid se cierran belenes, pero se abren casas del pan.

    En el Retiro, los novios sin un duro vuelven al “contigo pan y cebolla”, título, por cierto, de una comedia del mexicano (pariente de Santa Teresa) Gorostiza que Villalonga, el jefe de cómicos municipal, repondrá en el Español.

    ¿De dónde saca la cebolla un novio sin dinero en Madrid?

    De los huertos urbanos que contra el hambre en la capital promueve Villanueva, el vicealcalde que emocionó a Spielberg con su canto a la vida retirada (que no dimisión):

    –Del monte en la ladera / por mi mano plantado tengo un huerto

    Este año, en la mesa de Nochebuena, una cebolla del huerto urbano de Villanueva y una boba de pan, más la familia, que vendrá a casa en bicicleta, como Franco pedía a Ridruejo, a fin de que el obrero no se mojase la alpargata.

    La Nochebuena era la fiesta de la familia, pero la socialdemocracia pretende cambiarla por una asamblea sindical. Una paisana de Pepiño Blanco ha descubierto que “tener hijos es de fachas”, y las varonas europeas promueven en Bruselas la prohibición de los libros escolares que muestren a la familia “tradicional”.

Se impone la familia revolucionaria, que es una familia estrábica: más que al estilo de Sartre o Trueba, al estilo de Mourinho, cuyo sistema  de zurdo por derecha y diestro por izquierda vuelve loco a Hughes.

    Ni niños ni padres ni, por supuesto, música: el Parlamento andaluz ha despedido el año sin villancico, forma, la más popular, de la lírica andaluza, pero vaya usted a molestar a Torrijos en su lecho de nécoras con el Cancionero de Abencuzmán.

    A la Alemania nazi que perseguía villancicos y belenes, dijo una noche Madariaga desde la BBC:

    –Bibliotecas enteras de filosofía moral no han ejercido sobre el progreso humano influencia mayor para hacer que se respete a todo hombre, por humilde que sea; a toda mujer, a todo niño, por humilde que sea el pesebre en que haya nacido, que esta sencilla escena (la del pesebre) representada de nuevo cada año en toda la Cristiandad.