Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La UE es “El Olivarito” de Trump, que ha derribado el Ala Este de la Casa Blanca, su Casino, para construir un salón de baile donde la orquesta del “Titanic” amenizará el “Decline and Fall” anunciado por Paul Kennedy en el 87. Pero ¿y “El Olivarito”? ¿Qué es “El Olivarito”?
“El Olivarito” es el nombre de las veinte aranzadas de olivo que poseía un compadre de Pemán. Era el primer año de la República y en “El Olivarito”, cargado de aceitunas, nadie parecía preocuparse de contratar obreros y recogerlas. Interpelado en el Casino, el compadre pronunciaba su palabra favorita: “Calma”.
–Y ocurrió que una mañanita, brincando sobre el vallado de tunas, se entró en “El Olivarito” un ladronzuelo ágil y tostado, y empezó a robar aceituna, pues en Andalucía, al lado de la “cosecha oficial”, hay otra cosecha escondida, que se llevan los rebuscadores.
Cayó el ladronzuelo en manos de los guardas, y fue conducido a presencia del compadre, que le dijo: “No mientas ni te disculpes. ¿Por qué van a ser más mías que tuyas las aceitunas de “El Olivarito’”? Dio una chupada a su cigarro y terminó: “Estamos en una República de trabajadores de todas clases, liberal, democrática y casi unitaria, un poquito federal”. El ladronzuelo estaba asombrado, como los cabreros en Don Quijote. “En fin, no se hable más –dijo el compadre–. Te las compro. ¿Cuánto quieres por ellas?” Hubo un regateo y el compadre se quedó con la carga por tres pesetas, que pagó religiosamente al ladronzuelo. La noticia corrió como la pólvora entre los rebuscadores.
–En la casa de “El Olivarito” compran las aceitunas en la misma finca.
Cuando la República estableció para la recogida de la aceituna diez pesetas de jornal y seis horas de trabajo, el compadre avisó en el Casino: “Este año el árbol de la paz va a ser el árbol de la guerra”. ¿Por qué? “La jornada de dos horas de un ladrón equivale a la de seis horas de un obrero sindicado, porque el robo se hace siempre con un ritmo más rápido. Pago por la carga tres pesetas. Al otro, por jornal, tendría que pagarle diez. Me ahorro siete. Cuando esté ‘robado’ todo mi olivar, yo tendré a precio módico mi cosecha en el molino”. Y así Trump con los ladronzuelos europeos de los fondos rusos, que sólo tienen que buscar un “promotor de medios jurídicos de destrucción” como Kelsen que les “legalice” el robo, pues ellos no son como el publicano de Lucas (18:9-13), ladrones, injustos, adúlteros, “ayunamos dos veces a la semana, damos diezmos de todo lo que ganamos”… Ahí está la banda del vagón de Kiev, donde Macron escondía su pañuelo “Brigitte” (¡vamos, ni el pañuelo de Otelo!) de la codicia de Starmer y de Merz, el más gracioso, pues su país no pagó una sola reparación de guerra con el argumento “Simplicíssimus” de la “discontinuidad del Estado”. Ahora dice que los fondos rusos son alemanes. El Derecho como botín de guerra del vencedor, sólo que los alemanes tienen, otra vez, la guerra perdida.
[Martes, 28 de Octubre]

