DOMINGO, 23 DE JUNIO
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
-Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
-¡Silencio, enmudece!.
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
-¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».
Marcos 4, 35-41