lunes, 27 de marzo de 2023

A Barcelona, el Castilla


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En la situación actual del fútbol español, donde todos los organismos implicados, si fueran serios, debían estar ya, previa dimisión de sus directivos, en manos de gestoras, la obligación moral del Real Madrid era presentarse en Barcelona a jugar el Clásico liguero con el Castilla, para escenificar así ante el mundo entero la condición cadavérica del Kampeonato, cuya imagen internacional no la salva ni la Fábrica de Sueños de Pepiño y Pons Jr.


    En el extranjero ya pueden decir del Kampeonato lo que la Dudevant a Chopin: “Mon cher cadavre!” Y no por los nueve puntos de diferencia entre Xavi y Ancelotti, establecidos, curiosamente, por las rectificaciones del Var de Clos Gómez, ese Liam Neeson del arbitraje carpetovetónico: a fecha de ayer, Xavi llevaba ganados cuatro puntos en el Var, mientras que Ancelotti llevaba perdidos cinco. Sin el Var, pues, Xavi y Ancelotti hubieran llegado al Clásico empatados a sesenta y un puntos.


    –Mañana hay un clásico, ¿y a quién le importa, si ya no me lo creo? –fue la cogitación de Valdano, que mira a Guardiola como al Padre Pío, es decir, el Mejor Entrenador de la Historia. (Qué bien calado tiene Spalleti al Gandhi de Sampedor, que va de humilde con el Nápoles: “Soy consciente de esos juegos psicológicos. En serio, ¿el Napoli por delante del City? Ellos gastan 900 millones de euros en fichajes, y nosotros, 9.”)


    El siglo comenzó con un plantón de Guardiola, entonces capitán del Barcelona, al Atlético de Madrid en el partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Rey a jugar en el Campo Nuevo, donde debía superar una desventaja de tres goles con el inefable Díaz Vega al pito. No pasó nada: la Federación excluyó de la competición al Barcelona por un año, sanción inmediatamente amnistiada por Villar. ¿Hubiera sido más grave presentarse a ventilar este Clásico con el Castilla de Raúl? ¿Por qué el Real Madrid ha de estar quemando a sus figuras en esa falla valenciana de un Clásico destinado a la autoexaltación de Roures?


    Burckhardt nos describió el entusiasmo de los ciudadanos de Roma cuando en pleno Renacimiento se extendió el rumor de que se había descubierto por unos albañiles el cadáver hermosísimo y absolutamente incorrupto de una joven romana de la Antigüedad con la inscripción “Julia, hija de Claudio”. Y ésta es la solución que los malos andan barajando para “salvar” el Kampeonato, coronada por el maravilloso lema de Negreira (testimonio, al parecer, de Alfonso Azuara), “Mercedes, Chivas y Davidoff”, que hubiera divibnizado a Ozores.


    Gecé, que lo conoció en un café de Sofía, contaba de Foxá: “Lo vi acompañando a Eva Perón en una fiesta de gala en Barcelona. Iba de frac, grueso, congestionado. Le paré en una escalera: ‘¡Balzac!’ Le gustó mucho. Luego en La Habana. Fumaba. Bebía un ron tras otro. Diciéndome: ‘El trinomio de Cuba, superior al de la Revolución Francesa: ¡Ron, Café y Puro!’”


    Libertad, Igualdad y Fraternidad. Ron, Café y Puro. Mercedes, Chivas y Davidoff. ¡Hazte presente, Azcona!


    No cabe esperar grandeza de los personajes que mangonean el fútbol. Se habla de una imputación a Arminio, y se me viene a la memoria su imagen en México’86, donde, con sus errores con un banderín en la mano, echó del Mundial a la Gran Urss de Valeri Lobanovski, que era el Dinamo de Kiev que había aplastado al Atlético en Lyon más el portero moscovita Dasaev (“Rafaé” para los “palanganeros” de Nervión).


    No se pueden poner muchas ilusiones en el uefo Ceferino, cuyo “sentido de Estado” queda resumido en esta baladronada pública: “He conocido menos delincuentes en veinticinco  años de derecho penal que en dos años de fútbol. Tenemos que mantener el fútbol alejado de los tiburones”.


    –Hay que pagar para que nos respeten –dicen que se dijo en la directiva culé de 2003.


    Al respeto hemos llegado. Martí (José, no Miquel, el poeta de Guardiola): “Mi paje, hombre de respeto, / al andar castañetea: / hiela mi paje, y chispea: / mi paje es un esqueleto”. Un amigo de Santayana, Arthur Strong, bibliotecario de la Cámara de los Lores, le dijo un día: “El español sólo respeta una cosa que es…” Entonces levantó el dedo índice apuntando al cielo, lo cual hizo al filósofo considerar el hecho de que en España no había visto él una persona sincera y pensativa que confiara en alguien o que estuviera orgullosa de sí misma: “Puede mostrar vanidad o pundonor, pero eso es pura comedia”.


    Los culés quieren respetito… y el récord liguero de puntos de Mourinho, porque el de goles, también en su poder, les queda más lejos: la Xavineta es como la Real de Ormaechea, que ganó dos Ligas con Arconada atufando de aburrimiento al respetable a base de 0-1 y 1-0.



Schopenhauer


KROOS Y SCHOPENHAUER


    En el Real Madrid, Eden Hazard no juega porque en su puesto juega Vinicius, que para Ancelotti, que lo pone, y Salah, que le vota, es el mejor del mundo, pero a Kroos, paisano del filósofo de la compasión, Schopenhauer, romántico de ánimo pesimista, la situación de Hazard, que tiene toda la pinta de ser un ex futbolista, no es motivo de lástima: “.“La compasión está fuera de lugar en el fútbol. Conozco muy bien a Eden, hablamos a menudo, pero sólo compadezco a personas que está en situaciones muy malas y Eden no es una de ellas”. Todavía veremos al piperío cantar “Eden, quédate”.

[Lunes, 20 de Marzo]