El último helicóptero
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cuando el jefe comunista, acariciándose el moño-suflé de Anasagasti como Blofeld acaricia al gato ante James Bond, anunció en el Parlamento que la derecha no volvería a sentarse en un consejo de ministros no iba de farol: Casado no suelta en la Moción su “speech”·de Yago comprado en los chinos (“¡lea a Shakespeare!”) para romper la derecha, sino para tomar el último helicóptero de Saigón que parte hacia el Consenso. ¡Y qué Consenso!
Del Consenso de 1978, el del reparto de la herencia, pasamos (pasaron) al Consenso de 2016, editorializado por el periódico global de Cebrián y María Soraya, que es el Consenso separatista del cada mochuelo a su olivo (con su parte de la herencia), y, se ponga como se ponga la calle, es irreversible. Porque la historia de una nación, dice Ortega (corrigiendo al berroqueño Mommsen) no es sólo la de su proceso formativo y ascendente, “con su vasto sistema de incorporación”; es también la historia de su decadencia:
–La historia de la decadencia de una nación es la historia de una vasta desintegración.
El español busca que le manden, aunque quiere saber quién manda para pensar lo mismo que él. La calle no tiene ni media torta, como se ve en los estados de excepción de “la Coviz”. Hace que manda Sánchez, un Toni Manero de la vida y siempre como recién salido, aliviado, de la sauna, que gusta mucho. ¿Qué podía hacer Casado? ¿Pelear con Abascal por la derecha, sabiéndose un humilde Bautista (“Es necesario que él crezca y yo disminuya”) o subirse al Consenso que le quite de en medio a Vox por la vía de la ilegalización, aprovechando la nostalgia del partido único (¡todos socialdemócratas!) que embarga a Europa?
Ahora Casado cree que los de Vox son unos franquistas como Fraga, y, aferrado al helicóptero, dejó caer su programa, “un proyecto sugestivo de vida en común”, la ortegada (una mala digestión de Renan) de donde surge el fascismo joseantoniano.
“Goodnight Saigon”, canturrea la derecha. “We said we’d all go down together…”