miércoles, 22 de abril de 2020

Barbate sin peste


Francisco Javier Gómez Izquierdo
         
Al parecer hay que tener mucho cuidado con lo que se dice de esta peste que acojona cada día más, pero dentro de la zozobra que le condiciona a uno por estar lejos de todos los que tendría que tener cerca para echar una mano, hay un dato que produce satisfacción a pesar de que haya que tomarlo con las reservas pertinentes. En Barbate no hay contaminados.
       
Barbate es un pueblo grande, de unos veinte mil habitantes, al que cuando  el Gobierno anunció parar la peste con la primera tanda de días de confinamiento futuro, como en otras pueblos y costas también llegó mucho personal con segunda vivienda desde otras capitales, pero como no hizo días de playa y los bares y restaurantes cerraron, los forasteros tuvieron que quedarse en casa porque el alcalde y los municipales se pusieron muy serios con la normativa.
      
El alcalde de Barbate es un señor que tiene cara de buena persona  y decide y hace cosas con mucha sensatez. Cuando en todo el país se empezaron a tomar medidas, el alcalde de Barbate que conoce su pueblo lo primero que se le vino a la cabeza fue el Bar del Hogar del Pensionista que es donde todo Cristo va a tomar las tapitas por estar entre las mejores y más baratas y en la Casa del Mar, una especie de Senado permanente donde los pescadores jubilados y en activo improvisan cada día un particular debate, “que si Marruecos corta el grifo”, “que si ¡hay que ver los del Pepita Mari!”, “que si la levantera” “que si en una semana entra el cupo de atunes”. Cerró los dos puntos gordos de reunión de personas con patologías de distinta gravedad en un santiamén.
    
El alcalde de Barbate se llama Miguel Molina y su pueblo lo quiso en 2015 casi por unanimidad harto de socialistas y peperos, presentándose por un Partido Andalucista que desapareció el día que fue elegido, dejando al hombre sin soporte partidista y sin el mínimo interés por sus problemas en un Parlamento Andaluz en el que señoreaba doña Susana. El año pasado y a petición del pueblo salió por un partido local bautizado con un verso del himno andaluz “Andalucía por Sí”, y el hombre ahí sigue partiéndose el pecho por sus paisanos.
     
En Barbate, como en el resto del país, no se hacen pruebas que certifiquen la enfermedad pero tampoco los vecinos acuden al médico en masa o de a poco con “esos síntomas de los que no paran de hablar  en el tele” me dijo ayer Joaquín por el guasá ese mientras daba una vuelta por mi casa por ver si estaba en condiciones. Digo a Joaquín que además de buen alcalde, los barbateños están hechos de una pasta especial y que alguna influencia tendrá el viento en el asunto. Joaquín se ríe y me manda un "cuídense" sincero que agradezco.
     
Me alegro por Barbate. ¡Nunca he tenido tantas ganas de volver!