jueves, 27 de febrero de 2020

Segunda tanda de octavos

De entre los belgas, me quedo con de Bruyne

 
FranciscoJavier Gómez Izquierdo

       En la segunda tanda de octavos se presentaban los cuatro grandes: Madrid, Barcelona, Bayern y Juventus. De los cuatro sólo el equipo alemán parece haber dicho “aquí seguimos estando” ante un Chelsea que parece despojarse a marchas forzadas de las galas principescas que hasta ayer mismo tuvo puestas con el firme propósito de enamorar a Europa, esa amante que en los últimos años no le ha sido del todo esquiva.

      El prestigio de los otros tres nos ha parecido que se tambaleaba en este apocalíptico febrero, no sabemos si por miedo a la peste que envenena este año 20 en el caso de la Juventus, si por la más que evidente decadencia culé o la discutible disposición táctica del Real Madrid. De los tres, el Barça es el que mejor lo tiene para la vuelta, a pesar de ese fútbol que cuando tuvo velocidad entusiasmó al mundo, pero que hoy resulta lento, monocorde y monótono. Setién, al que todos tenemos como señor inteligente, está emperrado en cumplir el catecismo que aprendió del gran Johan Cruyff en un tiempo en el que hasta su más ferviente discípulo, Pepe Guardiola, hace trampas con los mandamientos del genio. Así como Setién no renuncia al principio de la posesión -“jugar bien”, dice el cántabro-, Guardiola se atreve a ensayar y hasta perfeccionar la variante del contraataque. Con semejante herejía lleva un tiempo sorprendiendo a sus colegas rivales.
     
En el Barça que quiere Setién ya no están Xavi, Iniesta o aquel Eto’o que además de golear era el primer defensa. Continúa Messi, que puede arreglar muchas malas tardes, pero a nadie, ni siquiera a Messi, se le pude exigir eternamente milagros. El Barça empató en Nápoles, y es casi seguro que pasará a cuartos, porque sus futbolistas son muy buenos, pero por más que porfíe Setién, su equipo no juega bien. El remedio está en dar velocidad. Primero al balón y luego a sus hombres. La dificultad estriba en si tal cosa es posible con el actual Busquets de faro futbolístico.
      
Guardiola, ventajista donde los haya y que buscó en Rodri el Busquets que añora la culerada, se ha “coscao” de lo que se espera de él  y de repente le ha dado por dejar el balón al contrario, presionar hasta el robo y buscar a De Bruyne, que es capaz de amasar goles como rosquillos. Este De Bruyne tiene un talento descomunal. Es el bueno de Bélgica y no Hazard. Con cara de pillo tintinesco y una inteligencia envidiable para distribuir a cada cual conforme a su capacidad, es jugador para tranquilidad de entrenador, disfrute de espectador y pesadilla de rival que ayer resultó el Real Madrid en general y la zona de Carvajal en particular. El City tiene muy buena plantilla. A mi parecer, casi tan buena como la del Real Madrid. Las buenas plantillas disimulan a veces las deficiencias del entrenador, pero anoche Guardiola fue más entrenador que Zidane desde que anunció el once titular... y no digamos ya en los cambios.

      No es novedad el achaque al árbitro, costumbre muy guardiolesca, cuando se pierde, pero no estaría de más que el madridismo repasara el oficio de ayer de De Bruyne y lo comparara, y perdonen el atrevimiento, con el de... prefiero no poner nombres para no señalar, pero ¡ustedes mismos! De todos modos, el Madrid no está eliminado. La Champions es su torneo y si la plantilla se juramenta es capaz de abatir al City a pesar del entrenador propio y ajeno.
      
Del Olympique contra la Juve sorprende el resultado. Dice Kloopp que el mejor equipo ahora mismo es la Juventus. A mí no me lo parece. Gana partidos porque sus jugadores, como los del Barça, son extraordinarios -Bernadeschi no es titular ni a tiros-  y tiene a Cristiano, pero a mí no me gusta su fútbol y les juro que no me sorprendería que cayera eliminada ante un Olympique considerado la cenicienta en estos octavos. Digo que no me sorprendería, pero al final se impondrá la lógica en Turín y la máxima de no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy en Manchester. ¡Al tiempo!