Derrick Sherwin Bailey
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un tuitero muy chinche recordaba ayer a los prograjos de Netflix su obligación moral de incluir en la película papal el “momentazo” de Bergoglio manoteando de izquierdas, como “jabs” de Whitaker, el Guisante Dulce, a una feligresa que lo agarraba por la mano derecha durante el saludo a los fieles tras la última misa del año en San Pedro.
–No se puede provocar –avisó Bergoglio en 2015, al hilo de los atentados islamistas contra la revista “Charlie Hebdo”–. Si Gasbarri (Alberto Gasbarri, mariscal de viaje de tres Papas), gran amigo, dice una mala palabra de mi madre, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!
Los prograjos de Netflix estarían hoy llamando al saco de Roma si el “momentazo” de Bergoglio, que venía de llamar Herodes a Trump, hubiera sido de Ratzinger. Pero Bergoglio es “uno de los nuestros”, y su mal carácter siempre halla acomodo en algún relato evangélico. ¿Qué es zafarse a manotazos de una feligresa comparado con meter a los diablos en unos cerdos que no eran de Jesús y que corrieron cuesta abajo hasta el mar, o con maldecir una higuera hasta secarla sólo porque Jesús tenía hambre y la higuera, no siendo tiempo de higos, no tenía higos?
El “momentazo” de Bergoglio cobra peso teológico si se tiene en cuenta que la feligresa, de rasgos asiáticos, parecía forastera, y la Pontificia Comisión Bíblica acaba de dictaminar que el pecado de Sodoma fue… el maltrato a los extranjeros.
Hasta ahora, y expuestos por John Boswell, los puntos de vista sobre el pecado sodomita eran cuatro: el Señor envía a Sodoma ángeles para investigar la depravación general; los sodomitas tratan de violar a los ángeles y la ciudad es destruida; la ciudad es destruida porque los sodomitas tratan de involucrar a los ángeles en relaciones homosexuales; la ciudad es destruida por no tratar con hospitalidad a los ángeles, tesis puesta en circulación en 1955 por el pastor anglicano Derrick Sherwin Bailey que Bergoglio hace suya para meter el dedo en el ojo a Salvini.
Momentazo