viernes, 5 de julio de 2019

Mejor en Washington que en Teherán



Hughes
Abc

Aunque será caricaturizado como un desliz dictatorial, el desfile no es ni siquiera una novedad. Forma parte de una tradición presidencial abandonada y hasta John Fitzgerald Kennedy vio desfilar los tanques el día de su discurso inaugural en 1961. Con todo, parece mejor que las armas se exhiban en una jornada festiva a que se destinen a invadir países, como venía siendo costumbre en la política exterior americana.

Eso es lo importante, eso es lo que está en juego en el mandato de Trump, que en 2016 se mostró contrario a las guerras americanas en Oriente Medio llegando a reconocer la existencia de un complejo industrial militar que demandaba guerra permanente y al que se iba a oponer.

Trump se manifestó en contra de la guerra de Irak, pero ha acabado rodeado de personas como John Bolton o Mike Pompeo, «halconazos», patrocinadores de la intervención militar.

Una de las cosas más misteriosas de su presidencia es esa relación con los neocons. Donald Trump ganó con la bandera del aislacionismo, una modalidad no necesariamente republicana que considera el último medio siglo de guerras como una de las causas de la decadencia americana. Trump se presentó como nacionalista, no como imperialista.

«America first» y «Drain the swamp» eran dos de sus lemas y, sin embargo, acaba en manos de burócratas belicosos como Bolton, síntesis humana de los dos, al que medio en broma, medio en serio, el mismo Trump afirmó que tenía que aplacar («¿Puedes creerlo?»). En los últimos meses se ha agravado la tensión con Irán hasta el punto de haberse rozado el ataque hace unos días. Trump lo detuvo en el último momento -ante la indisimulada decepción de muchos- pero la presión a Teherán puede acabar forzando una guerra para la que ya se esgrimen argumentos en la prensa estadounidense. Esa narrativa neocon está en los republicanos y en los demócratas. Los neocons, «liberals» en su origen, saltan de un partido a otro y suministran la justificación intelectual al intervencionismo.

Si se imponen, Trump habrá incumplido una de sus más importantes promesas. Para ser reelegido, debe llegar a 2020 siendo Trump. Eso es lo que está en juego. Evitar la guerra, y no un desfile.