Raquel Meller
Una revista muy popular de Londres ha publicado en su número del 9 de abril de 1920 una vida mía que da miedo... La revista es nada menos que la World's Pictorial News. Y los capítulos de mi novela se titulan:
1º, Shut of from world
2º, To Become a nun?
3º, My Escape
4º, Unknown Admirers
En esa historia cinematográfica, mística, policíaca y romántica, yo aparezco cual una novicia que, en el momento de tomar el velo en un convento de Figueras, me escapo envuelta en una mantilla negra y corro a arrodillarme ante la Reina para pedirle que me salve de las garras de las monjas, que quieren cortarme mi cabellera y obligarme a hundirme para siempre en las tinieblas del claustro. La duquesa de Montellano, encargada por la soberana de protegerme, me hace cantar, y al ver mi gracia, me socorre...
Me acuerdo de que en Londres, en la velada que el embajador señor Merry del Val tuvo la gentileza de dar en mi honor en mayo de 1920, S.A.R. la princesa Beatriz, madre de la Reina Victoria Eugenia, me preguntó llena de solicitud lo que había de cierto en la historia novelesca que todos los ingleses habían leído.
Yo me quedé callada, en medio de aquella concurrencia, evocando los recuerdos que el diario londinense profanaba, convirtiéndolos en materia de reclamo... ¡Mi niñez conventual! ¡Mis primeras preces a los pies de una Virgen de Lourdes, muy blanca, muy suave, muy francesa en su modo de acoger sin dureza las confidencias virginales!... Figurábame ver el claustro con sus arbolillos anémicos alrededor de una fuente seca, con sus arcadas sombrías, a través de las cuales se desarrollaba, en una procesión de retablos de piedra, el drama del Calvario, con sus lamparillas que agonizaban eternamente en los rincones de la penumbra... Figurábame ver a las buenas y a las malas hermanas, a las que sabían ser suaves, a las que me hablaban con dulzura, a las que eran verdaderamente sororales o maternales, y también a las otras, a las que a fuerza de amar a Jesús habían llegado a detestar a las criaturas humanas... Figurábame oír la voz grave de mi tía, la superiora, que no me tuteaba nunca, que me hablaba como a una señora, que se defendía, a ojos vistas, de la tentación de quererme más que a las otras... Figurábame oír campanas, que tenían una voz para cada hora, para cada luz, para cada estación; que eran tristes o alegres, según estaba mi alma; que me mecían al adormecerme y que me sobresaltaban al despertarme de algún ensueño místico... ¡Ah, mi convento!... Yo lo evocaba allí, en la Embajada, sonriendo en silencio, hasta que la princesa preguntóme de nuevo:
-¿Qué hay de verdad en esa historia del periódico?
-Muy poco -le dije.
-Pero -insistió-, ¿ha existido ese convento?... ¿y esa fuga?... ¿y esa protección de mi hija y de mi amiga, la duquesa de Montellano?
-Sí... Pero no como World's Pictorial News lo cuenta. Fui educada en un monasterio, no de Figueras, sino de Perpignan, bajo la tutela de una superiora que era mi tía... No me escapé materialmente..., no salté ningún muro..., no maté a ningún obispo como la heroína de Axel... Me fui gracias a la ley francesa que protege a los débiles... El único funcionario español que me ayudó fue el cónsul... Y cuando llegué a España, en vez de ir a buscar el apoyo del Rey, me marché a mi casa de Barcelona, donde mi madre me hizo ver nuestra pobreza. Luego trabajé bordando casullas... Y en este taller fue donde gané, para no morirme de hambre, las primeras pesetas.
¿CÓMO Y CUÁNDO GANÓ USTED LA PRIMERA PESETA? / F. GÓMEZHIDALGO