Quique Camoiras
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo dijo Mourinho, un tipo consciente de que ni tan siquiera Jesucristo le caía bien a todo el mundo, hace exactamente una década:
–Puedo decir que yo soy uno de esos que creen que el mejor equipo gana la Liga, pero que no siempre el equipo mejor gana la Champions.
Ahora ha salido a decir lo mismo Guardiola, dejando al Madrid fuera del bombo:
–Los tres mejores equipos de la última década son Barcelona, Bayern y Juventus, ganadores de Liga y Copa, por su continuidad.
¿Y el Madrid, ganador de cuatro Champions en cinco años?
–Ha sido una omisión deliberada –contestó Solari desde Valdebebas, apreciando dolo en la visión del Gandhi de Sampedor, con quien comparte, por cierto, la patata caliente de Brahim Díaz, un chico que jugaba poco en el City y que no juega nada en el Madrid, donde tiene por delante el tapón de Lucas Vázquez, que hace de Quique Camoiras en la función “Blas, qué las das” de Solari.
La línea de mejor equipo que señalan Guardiola y Mourinho es la que distinguió al Madrid de Bernabéu, pero eso se vino abajo luego con la cohetería de las Champions, y es lo que prefieren las masas, que son como los niños y gustan de comerse la tarta por la guinda. Pero los entrenadores son otra cosa, y ahí está el caso de Ancelotti, de quien Mourinho pudo decir aquello de que hay muchos entrenadores que han ganado la Champions porque cada año un club tiene que ganar una, pero que hay uno solo en la historia que ganó dos y perdió una tras haber estado en ventaja 3-0 en el descanso.
La Champions es un olimpo de latón cuyos dioses acostumbran volver loco a quien quieren destruir, tal que el Barcelona de Guardiola en la edición del 2010, con final programada en el Bernabéu:
–Nuestro sueño es jugar la final de Champions –dijo Mourinho antes del partido decisivo–. Para ellos ir a Madrid a jugar una final es una obsesión. Y existe una diferencia entre un sueño y una obsesión: el sueño es más puro. Para ellos es antimadridismo, algo que no logro entender.
(“Xavi me dijo que en Cataluña les enseñan a odiar al Real Madrid, y crecen con ese sentimiento”, ha declarado el argelino Baghdad Bounedjah, compañero en el Al Sadd catarí de Xavi Hernández, ex cerebro de España, y Príncipe de Asturias de la Concordia).
La Concorde
La obsesión traería la derrota a los culés, que intentaron limpiar con aspersores, y el Bernabéu se salvó de tan afrentosa pica en Flandes.
Mientras, el Barcelona ha ido amontonando Ligas, tiradas por el Madrid por algo que en la jerga de Solari podría denominarse “omisión deliberada”. ¿Acaso existe una Champions para los ganadores de la Liga en octubre? El Madrid se levanta de la cama en febrero, cuando Pintus se pone los "leggins" y manda tablas de gimnasia antes del desayuno, que este año es el Barcelona, que tiene lo nunca visto no en Messi, sino en Dembelé, un Vinicius “terminado”, en terminología de Valdano, el típico futbolista que pone en pie al piperío del Bernabéu.
La Liga, en efecto, está despachada desde octubre, pero el empate del Valencia en Barcelona coloca a Solari en disposición teórica de aspirar al Triplete, “marca registrada de la Casa”, al decir del argentino, aunque en esa Casa aquella marca esté por estrenarse.
Omisión por omisión, a estas alturas de la historia, entre Madrid y Barcelona no está en juego la cuestión del Mejor Equipo. Solari va más lejos, y su ambición es proclamarse el Mejor Entrenador, por encima no del pobre Chingurri Valverde, sino de Zinedine Zidane, que una cosa es ganar casi todo con Cristiano Ronaldo, como hizo el francés, y otra cosa sería ganar todo (¡el Triplete!)… con Lucas Vázquez, santo y seña del solarismo, tapón de Brahim, gorro de Bale, causa de nuestra alegría, auxilio de los “cristianos” (los huérfanos del Ronaldo portugués), contemplando cada tarde, en la banda, el trotecillo del extremo como Rafael Dieste contempló una tarde, en Rianxo, el paso de una niña y una vaca (¡la inocencia y la mansedumbre!).
Mourinho tenía razón: no hay que ir a Fátima para ganar un partido. Si cuentas con Lucas Vázquez, aunque Solari disimule, poniéndonos de señuelo a Benzemá:
–Lo siento por los que descubrieron a Benzema la semana pasada. Todavía están a tiempo.
Benzemá llegó a Madrid hace una década, con Kaká, Cristiano Ronaldo y Albiol.
Sarri
VIDAS ONDULANTES
Que la vida es ondulante (“la vie est ondoyant”, enseñaba Montaigne antes de ponerse de moda entre los sandios) lo sabe mejor que nadie el entrenador de fútbol, y sobre todo los entrenadores cuya filosofía es que los jugadores deben adaptarse al modo de pensar de su entrenador, caso de Sarri en el Chelsea, cuyos jugadores han acreditado (Mourinho, Conte, Sarri) el parecer radicalmente contrario, siempre capitaneados por el belga Hazard, que quiere jugar en el Real Madrid, un vestuario por el que se han paseado en toalla de “bisas” (las “bisabuelas” de la p… mili) Hierros, Raúles, Casillas, Ramos y, bien pronto, Lucas. Como un guante, encajaría Hazard, que juega como vive: “ondoyant”.