sábado, 23 de junio de 2018

A falta de terapias

 Herrera y Matuidi
Siempre dispuestos y a la orden



Francisco Javier Gómez Izquierdo

       El histerismo que todo sentido común derriba y que a tanto mequetrefe pone zancos tiene en la selección de fútbol de Argentina el mejor ejemplo del entontecimiento y las malas inclinaciones que esa especie de justicia rápida tiene invadida la voluntad de las sociedades, dicen que civilizadas.
      
El pueblo argentino, en insólito disparate, no para de grabar -para que el mundo conozca- vergonzosas reacciones propias e injustas descalificaciones de todos contra unos futbolistas, dejemos a Messi aparte, que han perdido su tradicional señal de identidad: la capacidad competitiva. Una capacidad que antaño transformaría a Enzo Pérez, un poner, en un vertiginoso ladrón de balones perdidos capaz de convertir en definitivo un gol por accidente. Argentina tenía mala pinta antes del Mundial. Con Mascherano, Mercado, Caballero, Salvio... y el sin par Jorge Sampaoli, un técnico con movimientos de interno de psiquiátrico muy lejos de la sensatez y equilibrio que se precisa en banquillo tan comprometido. Al final del partido ante Croacia, sin chaqueta y con brazos calcamuníacos de preso de primer grado, parecía cualquier cosa menos un entrenador de fútbol, pero Messi y los otros veintidós tienen calidad para apuñalar la derrotista tendencia y plantarse en la final para aumentar la bipolaridad de un país que tienen en sus periodistas la peor barra brava que los comités de antiviolencia imaginan. Eso sí, equipo no hay. Pero Messi aún respira.
     
Dejemos a Argentina, derrotada  por quizás el mejor equipo-equipo, Croacia, de las dos primeras jornadas con sus  envidiados centrocampistas Modric, Rakitic, Perisic, Brozovic..., agarrada a esa última vida que le ha regalado el talento de Musa, que no Messi, un enclenque que a mí me entusiasmó hace cuatro o cinco años en un partido con el CSKA , y señalemos las dudas del Brasil de Neymar, otro desquiciado que seguirá jugando el Mundial gracias a la generosidad de un árbitro acusado de sordera no se sabe si repentina o permanente, pero en todo caso evidente para todo el planeta menos para el Brasil. Tampoco anda bien Brasil y no está claro que pueda con Serbia... pero podrá. Como mal menor empatará dejando el primer puesto a Suiza, otro equipo-equipo. Con menos talento que Croacia, pero graduado ya como rival terrible al que nadie quiere.
     
Uruguay y Rusia, enemigos de cuidado en octavos (creo que más Uruguay que Rusia) ya han pasado porque así lo tenía dispuesto un sorteo propicio para enfrentarse contra la península ibérica -eso esperamos-  cuyos dos representantes aún no han encontrado la chispa que se les supone. Excepto Cristiano, que parece ir a “su bola” y se comporta como un arreglalotodo. Provoca faltas, penaltys, salva  barreras que no ha sido capaz de salvar durante años, asusta a los porteros... En fin, la única estrella de las tres con buenos comienzos.
     
Francia, como a lo tonto y ya con Matuidi, y en compañía de Dinamarca, una selección que siempre cae bien a pesar de sus limitaciones, va cogiendo prestancia y forma. Forma que necesita la favorita Alemania a la que he visto con aires deprimidotes y demasiada inseguridad en defensa. Ya dijimos que  México suple el talento con los “güevos”, siendo el mejor ejemplo el feo Héctor Herrera,alma, corazón y vida del Oporto y la “tricolor”. Sí. El chico de moda se llama Hirving Lozano y será bien vendido por el PSV, como lo fue el Chicharito por el Guadalajara al Manchester United después del Mundial de Suráfrica, pero yo me quedo con Matuidi y Herrera, esos Víctor o Busquets que tanto hicieron por Maradona y Messi.
      
A Inglaterra y Bélgica también se las espera, salvo terremoto, en octavos. Del grupo   
H, creo que no hay nada claro, a pesar de que a mi Polonia y en contra del parecer de mis amigos, no me guste absolutamente nada. Sí. A pesar de Lewandowsky.