viernes, 2 de febrero de 2018

La duda

Lessing


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La duda es uno de los nombres de la inteligencia, y “el tonto de Puigdemont” duda:

Soy humano y hay momentos en los que dudo –dice Puigdemont en un mensaje privado que publica la TV.

Otro gallo cantara si Puigdemont estuviera en la cárcel: allí hubiera leído, como Junqueras, la “Summa” de Santo Tomás, un portentoso juego intelectual para salir… de dudas.

Felipe González, que cree que Santo Tomás es un personaje de Homero, vende “gobernanza” (cree que España es Manderley y que él es la Sra. Danvers del Régimen del 78), y no ha podido evitarnos, ante la duda de Puigdemont, una cantinflada: “La primera obligación de un demócrata es ponerse a disposición de la Justicia”. Mas como Puigdemont no está seguro de que a él vaya a tocarle un Bacigalupo (el del saco de los Estigmas), prefiere quedarse en Bruselas escribiendo mensajes privados para la TV de un patetismo “bíblico”, como el Héctor felipista:

Los nuestros nos han sacrificado. Esto se ha terminado.
Es su “Elí, Elí, lama sabactaní”, y se lo dice a un tal Comín, que, como Pedro, es el único que no ha abandonado a su maestro, pues el resto, según San Marcos, “lo abandonaron y huyeron”.

¿Sabe por qué esta triste historia me parece totalmente auténtica? –dice el padre Andréi en el libro de Dombrovski–. Todo lo referente a ella es amargo y poco atractivo de un modo típicamente humano.
En el caso que nos ocupa, “amargo y poco atractivo de un modo típicamente” catalán.
Igual que Celso el griego se burla de la duda de Jesús el galileo (“Si fue él quien quiso recibir el suplicio, obedeciendo a su padre, ¿por qué lo llamó para que lo ayudara y le pidió que lo salvara: ‘Oh, padre mío, si es posible aparta de mí esta copa’?”), los periodistas madrileños le hacemos peinetas a Puigdemont, quien, haciéndose el mártir, nos deja sin tragedia que escribir, pues un mártir (está en Lessing) no realiza hazañas: simplemente aguanta.

Claro que, tratándose del tabarrón catalán, si es por aguantar, tendrá que ponerse en la cola.

Sra. Danvers