miércoles, 28 de febrero de 2018

En la muerte de Quini

 Quini, amable ante el nº1 de mi Don Balón.  1976

Sporting: Castro, Pascual, Redondo, ¿Herrera?, Piñel y José Manuel
Abajo:Ciriaco, Mejido, Quini, Fanjul y Churruca (1974)


Francisco Javier Gómez Izquierdo

   Un servidor era quinto ese año y el partido fue por la mañana a las doce, si la memoria no me falla. Lo que es seguro es que ÉL nos metió tres golazos. Un 0-3 en El Plantío en uno de los años gloriosos de aquel Spórting que empezó a construir Luis Cid Carriega, otro que se ha llevado este febrero traidor, con cimientos inolvidables: Churruca, el calvo Valdés, los hermanos Herrero, el 2º fallecido con apenas 60 años, el también difunto José Manuel que llegaría al Burgos como gerente y los hermanos Castro. Jesús y Enrique. El portero Jesús se ahogó al  intentar salvar a dos niños ingleses y a Enrique, Quini, Quinocho, el Brujo le reventó ayer el corazón.
     
Aquel 0-3 significaba el descenso del Burgos a los infiernos (al poco nos desapareció la FEF), pero los aficionados mirábamos al Spórting embobados como alternativa a los grandes. Quizás a los jóvenes les cueste creerlo, pero a finales del 70 y principios de los 80 el Spórting, la Real y el Athletic eran élite ¡Qué centro del campo con Ciriaco, Joaquín y Mesa! Aquél fue el año de un Mesa giboso, excelso y demoledor. Centraba Ferrero, uno de los mejores extremo-izquierda que haya habido nunca y... remataba Quini, el pichichi de la época. Con menos goles que los Messi y Cristiano pero mucho más trabajados. Un gol de aquellos valía lo que cinco de los modernos. El Barça se lo llevó aquel verano por una millonada.

     El Spórting del 79 lo entrenaba Novoa, que diez años después vendría a Burgos a resucitarnos y guiarnos con mano maestra de nuevo en Primera, sin que en Gijón se notara en demasía la marcha de Carriega. El cariño a la cantera -los guajes de Mareo- y el fútbol que estos dos entrenadores inculcaron en la ciudad, más el carisma de Quini, hicieron a España simpatizante del Spórting. Tengo puesto que hasta los árbitros miraban y miran con buenos ojos al equipo asturiano, pero póngase la opinión entre paréntesis, si así les parece.
     
A Quini se le quería antes del secuestro, de la desgraciada y heroica muerte del hermano y mucho antes del cáncer vencido. Es sabido que los accidentes y enfermedades nos vuelven misericordiosos. Muy pocos futbolistas transmiten tantas sensaciones (vibraciones dicen los psicólogos) positivas como Quini. Dicen que uno de los primeros fue Zarra. Quizás Valerón y puede que Iniesta, pero a éste le pitan en San Mamés, cosa que a Quini no le ha sucedido en ningún estadio. Puede que tantas toneladas de empatía colectiva se amasaran en 1981, pocos días después del golpe de Tejero y recién acabado mi servicio militar, cuando unos delincuentes de baja estofa lo secuestraron para hacerse ricos. Para mí que en aquellos 20 días todos le adoptamos y puede que sea por eso por lo que cuando viene el Spórting a jugar contra nuestro equipo, los aficionados veteranos disimulan con la chiquillería para hacerse una foto mejor con el delegado que con los jugadores.

      Descanse en paz, Quini.