viernes, 20 de octubre de 2017

El City de Guardiola


Terry Venables, sobre Migueli y Clos en tarde de gloria del Barça
 El niño Guardiola en éxtasis


Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Aquéllos que se molestaron en leer lo que puse ayer sobre el ecuador de la Champions echarían de menos al City, uno de los favoritos al título. Lo dejé para el final en honor a Guardiola, pero como tenía que preparar la comida a la familia y noté que me alargaba, mandé lo escrito sin mencionar el bólido aparcado. Hace un rato me ha reprochado la ausencia Rafael y le he prometido las aclaraciones y disculpas pertinentes a la mayor brevedad. Son la una y cuarto y para que no me pille el toro traigo del mercado unas caballas de ración para hacerlas a la plancha.

         El Manchester City, como el Madrid y casi el PSG,  tiene  plantilla capaz de hacer perder el sentido a cualquier entrenador. El club pertenece a un hombre riquísimo que se llama  como un personaje de cuento, Sulaiman. No sé si es jeque, emir o las dos cosas. El rico Sulaiman, a pesar de creer que el dinero todo lo puede, es de los potentados que caen en gracia, porque a sus ubres acuden los mercaderes más lisonjeros y de más sibilina parla. El hombre, todo un demócrata en los mentideros de la corrección política, anda empeñado en hacer al Manchester City más grande que el Madrid y al otro Manchester juntos. Por eso fichó a Guardiola y le dio todo lo que le pidió. Dicen que incluso más.

       Guardiola, además de Agüero, Gabriel Jesús, ¡qué bueno es!, David y Bernardo Silva, Sterling, De Bruyne, ¡oro de ley! el peludo y exquisito Sané, el carísimo Stones, mi lateral izquierdo favorito Mandy, Danilo, o el portero Claudio Bravo, que va para reserva, se rodea de una corte no sé si de asesores o ayudantes en busca de la excelencia que le facilitaron Xavi y Messi, posiblemente el mejor futbolista de todos los tiempos. Arteta, Buenaventura, Estiarte, Carles Planchart, Rodolfo Borrell, Xavi Mancisidor cobran, en libras, los petrodólares de los emiratos. Todos están en Inglaterra para dar gloria al capricho de un multimillonario, pero el entrenador del que se dice mea colonia, no está dispuesto a relajar su fanática condición catalana. Aquélla que le llevó de recogepelotas a profeta, y dedica los goles del brasileño Gabriel Jesús a sus delincuentes amigos  en vez de a los aficionados del club que le paga. Con los Jordis en el talego, no nos extrañaría que el entrenador Guardiola  tome una de las valientes decisiones  que practicara en Múnich con el bajito Kimmich, recoja el megáfono jordista y se suba él mismo en el todoterreno de los pikolos. Llamará franquistas a los españoles porque así se lo enseñaron en la escuela y de paso, en un lapsus, exigirá la desaparición de Cataluña de toda huella franquista. El pensará en la Guardia Civil y yo en la SEAT.
      
Equipazo el Manchester. Al nivel de Madrid y PSG.