Franklin
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España eclosiona en manifestación barcelonesa que grita “No tinc por!”, que es como decir que no tiene otra cosa. ¡La “satyagraha” de Gandhi!
La manifestación viene a ser el paso del que cruza un callejón oscuro silbando (sílbese el “No tinc por” con las notas del “Non ho l’età” de Gigliola Cinquetti en Eurovisión’64) para ahuyentar el miedo.
Miedo a que no se ve Estado, a pesar de la exhibición de músculo en la manifestación, que incluye, ay, al Rey, por si ayuda a entender a los clientes de la CNN y del NYT de Slim que el Estado no lo encabezan Puigdemont y Romeva.
Parece pepera la idea de utilizar al soberbio abanderado olímpico como humilde pancartero institucional, y no estoy diciendo que Mariano sea el doctor Franklin: Jefferson, el ídolo de oídas de Lassalle, cuenta las partidas de ajedrez en París de la duquesa de Borbón con Franklin, que un día le comió el rey; “¡Ah, no comemos así a los reyes!”, protestó ella; y dijo el doctor: “En América sí”.
Primero fue el tuit real del día del atentado, que era un tuit de tertuliano indignado, y la indignación, que implica incomprensión de las causas que la producen, es sentimiento plebeyo, pues a un rey se le supone en perfecto conocimiento de la situación. El afán suarista (aquella cultura falangista del tuteo) de “elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal” (frase que ni gramaticalmente hubiera suscrito ni Jefferson) no es aplicable a los reyes: ni el Príncipe podía ser “otro joven normal de su tiempo” ni el Rey puede ser “otra institución normal del Estado”.
No tenemos Segunda Enmienda (aquí las armas llévanlas sólo los malos) y el Estado (hablando de Franklin: quien por la seguridad sacrifica la libertad pierde las dos) se nos muere de casto y de normal. El Estado, una importación de los Borbones, acabó siendo la Guardia Civil… hasta los Mossos. Ahora ya sólo es la Agencia Tributaria. ¿Y qué hacemos? ¿Subirles el tramo de autónomos a los yihadistas?