Abc
Hace unos días leí una noticia llamativa sobre Canadá. Era de agencia, y supuse que su interés contribuiría a una difusión general en días posteriores. Pero no fue así.
Explicaba los problemas en su frontera con Estados Unidos. En julio, 3100 personas la cruzaron ilegalmente en busca de los campos de atención a refugiados. En los primeros días de agosto ya habían sido detenidos más de 3800. El aumento tendría una explicación. El endurecimiento de la política americana redirigía al norte a las personas solicitantes de asilo. Las autoridades canadienses responden a la urgencia, pero a la vez manifestaban una posición muy clara: consideraban esa presión en la frontera como “insostenible”. Ésa era la palabra que utilizaba un portavoz del Comité de la Inmigración y del Refugiado, el organismo encargado de atender estas peticiones. Es decir, las personas que profesionalmente se dedican a ello.
La oposición canadiense iba un poco más allá. Este aumento en la inmigración ilegal tendría una segunda causa complementaria de la primera: las declaraciones de Justin Trudeau. El efecto llamada de sus muy liberales y humanitarios llamamientos a la acogida. “Canadá les dará la bienvenida”, llegó a tuitear el bello mandatario (acompañaba ese tuit con una foto en la que hacía una carantoña a una niña pequeña).
Es una opinión política de la oposición, pero algo tendrá de cierto porque la misma noticia refería otra intención de las autoridades canadienses. Además de reaccionar materialmente a la llegada masiva a Quebec de inmigrantes ilegales, y de alertar con ese “insostenible”, Canadá lanzará una campaña para contrarrestar la desinformación acerca de su política sobre refugiados. “La mera solicitud de asilo no es garantía de residencia permanente”, aclaraban. Por ejemplo, Canadá recibió recientemente numerosas solicitudes de ciudadanos de Haití que afrontan la inminente deportación en Estados Unidos. En el primer trimestre de 2017 rechazó dos terceras partes.
En resumen: las autoridades canadienses han de corregir el efecto llamada de Trudeau y explicar al mundo, por el propio bien de los refugiados, la realidad de su normativa sobre asilo. Sobre esto no he visto muchas noticias. Ni he visto revocados aquellos “Justin, cásate conmigo”.