lunes, 19 de septiembre de 2016

Zidane en el Templo Maldito


Blofeld (Donald Pleasance)



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El mejor golpe de Indiana Jones es el que da en busca del Arca perdida tirando de pistola para zanjar el desafío del moro con látigo, cuyos jeribeques tiquitaqueros (¡el tiquitaca del látigo!) eran como los de aquel espadachín que Pablos el Buscón encontró en el camino de Alcalá haciendo esgrimas en el aire (¡el tiquitaca de la espada!) con arreglo a un libro de instrucciones escrito por un loco.

    La leyenda dice que la escena de la pistola contra el látigo la improvisó Harrison Ford, que estaba mermado por la fiebre para rodar escenas de acción, y que gustó mucho a Spielberg. El gag funcionó tan bien que los protagonistas la repitieron en el episodio del Templo Maldito.

    Los “hestetas” (con hache) del cine afearán la genialidad de la escena abrumados por la desproporción de las armas, pistola frente a látigo, que es decir la desproporción de la pegada.
    Después del partido del Madrid contra el Sporting portugués, los “hestetas” (con hache) del fútbol afearon “la pegada” del equipo de Zidane, que puso los goles, ante un equipo “que había puesto el fútbol”, como si el fútbol fuera otra cosa que los goles. En realidad, los “hestetas” (con hache) del fútbol, del cine y del boxeo nos quieren imponer el “como si” del “pressing catch”, y Guardiola sería su Hulk Hogan, que tanto éxito tuvo siempre en Sitges.

    El Madrid tiene pegada porque se gasta el dinero en los jugadores que lo valen, que son los que “le pegan” y no los que “la tocan”. Más Zidane, que tiene un patrón de juego como sacado de una caja mágica del zoco de Tetuán, con Modric de yugo en un escudo (las flechas de la BBC) de la Falange, según la imagen heráldica de Hughes, que ha sido el primero en advertir el “tres en uno” (tres planes en un mismo partido) del equipo de Zidane. Los partidos de Zidane comienzan a ser el partido de Zidane, ¡Zidadanos!, más serio, en cualquier caso, que lo de Rivera. Y esto, la verdad, no nos lo esperábamos.

    Capricho presidencial fue la contratación de Bale (¡Zidadane Bale!). Capricho presidencial fue la contratación de Zidane. Y capricho presidencial fue la no contratación de Pogba, ése que corre por el campo como un escolar en el recreo, al decir de los veteranos ingleses. Flóper, pues, bien podría sentarse en el palco como el Blofeld (Donald Pleasance) de James Bond: a acariciar al gato, mirando con un ojo al Madrid de Bale, y con el rabillo del otro ojo (el ojo de Donald Pleasance, precisamente), al United de Pogba, que va a ser verdad lo que Hughes anticipó en un tuit, y es que Mourinho está gagá, mientras Benítez triunfa a lo loco en Newcastle.

    Queda la Fifa, con su aparataje político y mercantil (una copia vulgar de la Comisión Europea), que no permite fichar al Madrid, y cuando el piperío se veía ya teniendo que jugar el año que viene con García Ferreras en el puesto de Modric (¡ese yugo de los Reyes Católicos!), Zidane le saca a su presidente a Asensio, a Morata y a Lucas Vázquez, que no ganará el Balón de Oro, pero que se lleva todos los “Empleado de Mes”.
   

PITOS Y APLAUSOS

    El abanderado del fútbol español en el mundo es de Sampedor y no quiere ser español, pero dice cosas que sólo se le ocurren a un español, y no precisamente ésa de que sólo hay dos futbolistas en el mundo, Messi, primero, y luego… el belga De Bruyne, aunque sea tan graciosa como leer en la “Wiki” que el poeta predilecto de Guardiola, Martí i Pol, “ha sido traducido al castellano, al asturiano…” El caso es que el tiquitaca de Guardiola no arrastra gente al estadio del City, y el “hesteta” de Sampedor ha tenido que hacer a los manchesterianos dos observaciones: una, que la razón de que él esté en Manchester es que ellos vayan a verlo; y otra, que los pocos que van hagan el favor de no pitar al himno de la Champions, que ni ellos son catalanes ni el himno es el español.