CRÓNICA MADRILEÑA
Vainica Doble
Yo tenía un puesto de bisutería en el centro,
y también vendía a veces posters en el metro,
Chaplin, Jesucristo, Marilyn y el Che Guevara,
Buster Keaton, el Papa y un payasito que lloraba.
Soy hermana de los perros y de toda la canalla,
desayuno en La Latina con un trago de cazalla.
Por las noches me reunía con conjuntos musicales
y cantando en compañía huían todos mis males.
Los vecinos protestaban y con muy malos modales
nos vaciaban encima sus repletos orinales
y llegaba la policía y con sus maneras rústicas,
demostraba que la música no es para todos los mortales.
Ahora vendo lotería por las calles y los bares
he llevado la alegría a muchísimos hogares.
Por las noches sigo unida a cantautores espontáneos,
a pasotas callejeros, trovadores subterráneos.
Yo iba vendiendo fortuna por la calle de Carretas,
y me encontré a la tuna armada de panderetas.
y un tuno muy pinturero de bigotillo incipiente
me dijo: ¡Por ti me muero!, ¡Vente conmigo, vente!
¡No, no!, ¡No, no!...¡Huy! ¡Huy!.
¡Vete tuno, no te quiero, vete!,
¡Vuélvete a tu siglo diecisiete!
Pon tus mustios clavelitos en un jarrón,
y se los llevas al balcón de otra muñeca,
y le explicas bien a gritos, y le explicas bien a gritos,
cómo se queda Fonseca.
y también vendía a veces posters en el metro,
Chaplin, Jesucristo, Marilyn y el Che Guevara,
Buster Keaton, el Papa y un payasito que lloraba.
Soy hermana de los perros y de toda la canalla,
desayuno en La Latina con un trago de cazalla.
Por las noches me reunía con conjuntos musicales
y cantando en compañía huían todos mis males.
Los vecinos protestaban y con muy malos modales
nos vaciaban encima sus repletos orinales
y llegaba la policía y con sus maneras rústicas,
demostraba que la música no es para todos los mortales.
Ahora vendo lotería por las calles y los bares
he llevado la alegría a muchísimos hogares.
Por las noches sigo unida a cantautores espontáneos,
a pasotas callejeros, trovadores subterráneos.
Yo iba vendiendo fortuna por la calle de Carretas,
y me encontré a la tuna armada de panderetas.
y un tuno muy pinturero de bigotillo incipiente
me dijo: ¡Por ti me muero!, ¡Vente conmigo, vente!
¡No, no!, ¡No, no!...¡Huy! ¡Huy!.
¡Vete tuno, no te quiero, vete!,
¡Vuélvete a tu siglo diecisiete!
Pon tus mustios clavelitos en un jarrón,
y se los llevas al balcón de otra muñeca,
y le explicas bien a gritos, y le explicas bien a gritos,
cómo se queda Fonseca.