GURU-ZAKUN-KIN-KON
Vainica Doble
Guru Zakun Kin Kon
era un buen mozo
guapo y galante,
de noble condición.
Tenía un gran corazón,
Kin Kon.
Sentía una afición
que le absorbía.
La astronomía
era su vocación,
la vocación de Zakun Kin Kon.
Devoraba cuentos de ciencia ficción
Guru Zakun Kin Kon.
Todas las mañanitas iba al monte
y contemplaba el horizonte
con mucha atención.
Sabía que algún día
llegarían seres extraños
de orden superior,
de algún planeta mucho mejor.
Bellos dragones de plata por el aire
en curiosas latas de gran dimensión,
soñaba Guru Zakun Kin Kon.
Por fin un día se cumplió su anhelo
al ver por el cielo un disco volador
que en el valle aterrizó.
Kin Kon
fue corriendo a su encuentro,
sonriente.
Sus tres mil dientes
refulgían al sol,
su ojo en la frente
pedía amor
y sus manos membranosas
palmoteaban muy ruidosas
chop-chop.
Se acercó al ser de plata
que salía de aquella lata
y, oh desilusión,
no era un dragón
como Kin Kon.
No tenía escamas,
no echaba llamas
como Zakun Kin Kon.
Era un monstruo horrendo
que al verle salió
corriendo lleno de terror.
Guru le miró con estupor, oh, oh...
El monstruo,
que sin duda era muy bruto,
con un canuto
le apuntaba al corazón,
al corazon de Zakun Kin Kon.
Una llama de fuego le envolvió
y su córneo caparazón se derritió,
y Guru Zakun entero ardió
y decía en su agonía:
"Martir de la ciencia soy".
Guru Zakun Kin Kon,
buen venusino,
galante y fino
de noble condición.
¡qué triste destino el de Zakun Kin Kon!
R.I.P. R.I.P. R.I.P. R.I.P. R.I.P. R.I.P. R.I.P.
Ay, ay, ay, ay...