Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El infante José Luis Cuevas, que tanto combatiría luego (y con éxito) al muralismo mexicano, abordó al intocable muralista Diego Rivera en la puerta del Palacio Nacional con la intención de saludarlo, y Rivera le dijo “escuincle cara de ratón”, a lo que Cuevas, ofendido, contestó propinándole un pisotón.
Los ratones llegaron a América por el Perú en un barco de bacalao fletado en 1552 por don Gutierre, obispo de Palencia: los indios los llamaron “pucuchas” y hoy son pericotes. Si la cosa no pasó a mayores fue porque, quince años antes, el español Montenegro había llevado a los primeros gatos.
La situación política española, tan ratonera, no se entendería sin el juego de nuestros renombrados gatos y ratones.
–Me encargaron solucionar el problema que tiene España con Cataluña –dice en TV ese “escuincle cara de ratón” que es el pequeño Nicolás.
Y piensas: “No puede ser”.
Pero miras el estado del problema que tiene España con Cataluña y dices: “¿Por qué no?”
El fiscal Torres Dulce, que se echa fama de cow-boy (el Teddy “Larguirucho” Gallipot de la novela de Mingote “Los revólveres hablan de sus cosas”), anda con unas querellas contra Mas, el Liberty Valance del 9-N, infausta jornada cuya crónica parece resumida por el legislador que redactó los artículos 544 y 545 del Código, relativos a la sedición, y, sin embargo, las querellas versan sobre algo así como un aparcamiento en doble fila y hora punta. Trevijano, que domina el juego de la oca jurídico, considera que el fiscal ha eludido la gatera de la sedición para no caer en la ratonera del 408, y anuncia querella general para aclarar las cosas.
–Siempre he estado convencido de que el ratón que escapa de la trampa vuelve cojeando a casa con nuevos e infatigables planes para matar al gato.
Eso escribió J. D. Salinger antes de que salieran a la luz las aventuras del pequeño Nicolás, por cierto (como tuiteó alguien), “el primer entrevistado en Telecinco que sabe usar el subjuntivo”.