Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La solución pasa por ponernos a correr, y a eso viene Podemos, una vez conocido su programa deportivo basado en la gimnasia… "como medicamento".
Gimnasia para el viejo que se queja de la pierna y gimnasia para el joven con gadejo (“ganas de j…” en cubano). ¡Dinamismo!
Sólo que dinamismo (igual que “álgido”) significa lo contrario de lo que creen los comisarios de Podemos y los periodistas, que ya casi son lo mismo.
Russell observó que la pereza es la ley fundamental del universo de Einstein, y, sin embargo, en periodismo, “dinámico” significa “enérgico y vigoroso”, cuando debería aplicarse “a los habitantes de los climas cálidos que están tumbados bajo los plátanos esperando a que el fruto caiga hasta la boca”, con lo cual ya sabemos qué quieren decir, por ejemplo, los rapsodas del “dinamismo” de Rajoy, que a mí me empieza a parecer un personaje de Manuel Halcón, grande sevillano que acabó pasando por gallego.
–El superlujo es morir abrazado por la pereza, esa calumniada amante que Dios sabe de cuántos peligros nos libra –escribe el marqués de Villar de Tajo–. De la filosofía del no hacer podría arrancar la religión de la historia.
Mas la historia es patrimonio de la izquierda, y no se la va a dejar arrebatar por la religión de la derecha, que es la pereza, con lo que el “comunismo amable” nos pondrá a todos a correr según un programa deportivo muy joseantoniano (el deporte como formación doctrinal de las masas) y algo krausista (el deporte como elemento de mejora de la raza) que, de entrada, elimina a Messi de la competición, pues para jugar a fútbol exige lecturas, aunque tampoco muchas, que no se trata de adelantar a Pablo Iglesias, el profesor que da las clases en la Complutense de la momia en el tejado haciendo gimnasia medicamentosa sobre la mesa.
No es ninguna bobada. Está el precedente de Debussy y su “Jeux”, ballet auroral de la expresión poética de las masas en el estadio con la gimnasia higiénica del coronel Amorós.