Francisco Javier Gómez Izquierdo
El Córdoba ya no juega partidos de fútbol los fines de semana. El Córdoba acomete cada domingo un trabajo para héroes obligado por un dios particular y caprichoso que no tiene miramientos con su debilidad.
Cada encuentro es un episodio casi mitológico de frustración e impotencia y hasta cuando a los fieles nos parecía que por fin nuestros héroes doblegaban por primera vez a la tribu ilicitana, Pinillos, el más recluta y el más retrasado de nuestro flanco izquierdo y al que todo se le ha de perdonar por exigírsele sin compasión, con dos cañonazos de ventaja soltó la pierna como tralla de Cantalejo y el comentarista dijo que “llegó tarde y es penalty”. ¿Cómo va a llegar tarde, si ya estaba allí? ¿Por qué nos escandalizó tanto con una entrada innecesaria dentro del rectángulo de peligro si sabemos que la criatura aún está sin hacer? ¿Por qué estamos condenados a sufrir tanto cada jornada por culpa de la impericia de nuestros laterales?
El escandaloso problema del Córdoba son los laterales. Todo lo demás es pobre, pero se presenta con dignidad y limpieza, como los niños de los sesenta en la escuela. Pero, ¡ay, los laterales Gunino y Pinillos! Inimputables por demostrada incapacidad para mayores tareas, cometen errores irrecuperables y dolorosos que como el penalty de ayer nos imposibilitan vencer hasta en las batallas más propicias.
El Elche es equipo tan limitado como el nuestro. A Tyton, el portero, me pareció que no tiene atrevimiento en las salidas, y los centrales, Lombán y Roco, que andan cortos de reflejos y sobrados de violencia, sobre todo Enzo Roco, con ese nombre tan pugilístico. El lateral Cisma defiende regular y centra bien, mientras el derecho, Damián, se vale de los trucos del experto. Pasalic, Fajr, Adrián y Mosquera son centrocampistas reguleros que no gustan a sus aficionados por motivos obvios. Víctor Rodríguez, al que yo quería en Segunda cuando no lo ponían en el Zaragoza, no encuentra el sitio. El mejor del Elche es Jonathás, un delantero centro grande, técnico y bullicioso que es el ideal para equipo pobre. Destaca un año y luego se vende por lo que parece que vale. Nos marcó un golazo de los que no se sabe si de suerte o queriendo. Creo que fue queriendo porque ya lleva dos o tres obras de arte, aunque no sepa tirar penaltys. De Cristian Herrera se decía que prometía, y de Rodrigues, que su velocidad era letal. Cristian sigue prometiendo y Rodrigues está trabado en el banquillo porque el entrenador Escribá quiere que sus hombres corran con conocimiento.
No es mejor el Elche que el Córdoba. Ganábamos 0-2 y la torpeza del penalty de Pinillos nos impidió el primer triunfo. Tal como se nos ha puesto la temporada, la primera victoria será un alumbramiento gozoso que no sé si sabremos asimilar.