Abc
De la mano de los gorrillas del marxismo “jondo”, la Andalucía espiritual se afianza en el realismo socialista, aquel espanto inventado por Gorki para, miren ustedes por dónde, amaestrar a los niños de un Instituto de Enseñanza Secundaria en Valencina de la Concepción, Sevilla, donde la Junta promociona un mural de guardias civiles y falangistas fusilando a los “republicanos” del 2 de Mayo de Goya bajo la bendición del cardenal… Spínola, datos históricos verificados por Cayo Lara, el de “Marx ya lo dijo tó”.
En arte, los niños son conservadores: juegos, fábulas, cuentos… (El guiñol y los títeres, nos recuerda Sábato, perpetúan los personajes de la antigua comedia italiana.)
Y el muralismo es la forma más artística de administrarle la papilla histórica a una comunidad infantil, como hizo el gobierno mexicano con “los tres grandes”, Orozco, Siqueiros y Rivera, fieramente combatidos por el gran Cuevas, a quien treintaidós empresarias del felipismo ofrecieron un almuerzo de homenaje en Madrid.
–Cuando me preguntaron a los postres si yo era feminista, les dije claramente: “No. Yo soy mujeriego”.
Guardias civiles “afusilando” republicanos en el Arco de la Macarena, guardias civiles “jugando al pato” con los nadadores africanos… Es curiosa lo selectiva que resulta la compasión en un país donde tan pocos libros vende Schopenhauer, el filósofo que hizo de la compasión lo que Esteban Ibarra de la tolerancia: un oficio.
Del carácter deportivo de la inmigración dan fe los gritos de “¡Barça! ¡Barça!” con que ayer asaltaron el muro de Melilla los subsaharianos, acaso con el recorte de “La Vanguardia” bajo el brazo: “De cada mil habitantes del planeta, uno es catalán”.
Para gente tan ingenua, más disuasorio que las pelotas de goma sería los guardias civiles agitando el mural de Sevilla o alguno de esos artículos de prensa que con citas de la canción del Cola-Cao hacen del muro de Ceuta el Peenemünde del fascismo español.