lunes, 24 de febrero de 2014

El caso alemán


La huella del caballo de Juan y Medio


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El Madrid que destrozó al Elche (el equipo donde acabó su carrera Isidro) con goles de Illarramendi, Bale e Isco (la inversión de esta temporada) vuelve a Alemania a luchar por Europa.
    
Isidro (Díaz González) fue el alma máter del regatismo de Juan Gómez Juanito (“Yo levantaba la cabeza, veía a Isidro, y seguía regateando”). Illarramendi hizo su primer gol en Primera, un gol que entró porque el balón pegó en un señor del Elche, como el que le quitaron a Cristiano en su primer Pichichi porque el balón, para entrar, había pegado en la chepa de Pepe. Bale hizo otro “puskas”, goles que piden la música que Vangelis puso en “Carros de fuego”, y cada vez estoy más convencido de que estos punterazos de Bale son sus desahogos de tener que jugar atado a la banda derecha como un Pegaso al arado. E Isco hizo su gol-escobazo (juega como quien barre) en el viejo salón de Deadwood. Doscientos millones del año 13 para aplastar al Elche del año 14, un ensayo del aplastamiento que hay que hacer en Alemania para reinar en el continente. Primero el Schalke y luego el Bayern. Es el camino alemán.

    A Alemania volvemos a mirarla con ojos de Juanito Valderrama, el emigrante. Los alemanes tienen en el gobierno a frau Merkel, que enamora al abuelo Lopoldo Abadía porque le recuerda a la Doña Tacañona de Chicho Ibáñez Serrador en su castizo “Un, dos, tres”. También tienen los alemanes unas discotecas donde, si hablas español a la puerta, no te dejan entrar.
    Es verdad que el Bayern contrató a Guardiola, pero Munich no es Berlín y Guardiola dice que no es español.

    Si en vez de a Sampedro hubiera leído a Madariaga, Guardiola sabría que los dos rasgos distintivos del carácter español son la dictadura (“Me da igual quién sea, rodarán cabezas. ¡Al que sea lo voy a echar!”, sobre el topo del vestuario que le filtraba las alineaciones al “Bild”) y el separatismo: aquel voto verde, emitido desde Nueva York, en favor de un “derecho a decidir” defendido, fuera del País Pequeñito, únicamente por Del Bosque, que tiene que pechar con Xavi, y Los Morancos, que tienen que pechar con las glas de Les Corts.
    
A Guardiola lo puso en fuga Mourinho, razón por la cual el portugués atrae todo el odio culé (y antimadridista, en general). Aquello fue el principio de la ruina deportiva que, al cabo, ha traído la ruina institucional del Barcelona.

    A mí me ilusiona ver en el pepismo de Pep la venganza española por el krausismo de Krause*.
  
Krause fue un filósofo alemán (desconocido en Alemania) que colocó su alfalfa filosófica (el panenteísmo) a nuestros barbitas de la Institución Libre de Enseñanza, que se convirtió en La Masía del progre español.
    
El panenteísmo de Krause es a la filosofía lo que el pepismo de Pep es al fútbol, y antes de que Uli Hoenes se dé cuenta el pepismo le habrá quitado la cerveza como el krausismo quitó la misa a nuestros barbitas, que sustituyeron esa sana costumbre dominical por una mañana de muermo senderista en la sierra de Guadarrama.

    Ahora, cada vez que veo al Bayern de la barretina (¡ay, si Guido Brunner, el alemán de Chamberí, hubiera tenido un barretina para sus convolutos!), me río pensando que, antes o después, si quieren la Orejona, vendrán al Bernabéu, y será como clavar el último clavo en el ataúd del tiquitaquismo.
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*Sobre esto descubro ahora que ya se explayó Hughes muy brillantemente, y a su debido tiempo: Click

LA GUERRA DEL AIRE
El Schalke no es mucho más que el Elche, pero en Alemania quieren hacerse esperanzas con el juego aéreo contra Casillas, Pepe y Ramos. Casillas sale menos que el Gran Poder. Con Pepe, nunca se sabe: el año pasado, en Alemania, convirtió en “crack” a Robert Lewandowski, hasta el punto que muchos pensamos entonces que Pepe sería un agente de Mendes que estaría tramando un negocio con Lewandowski. Y Ramos no es central, como siempre sostuvo Luis Aragonés; Ramos es bravete y acude a todos los engaños; cualquier torerillo descarado lo saca de su zona con un simple amago. Nuestro hombre de confianza era Varane, y un menisco lo “mató” en Talavera.