viernes, 14 de septiembre de 2012

Casi nación

Johnny Bravo en plan Artur Mas

 La Diada es una Catalonian Love Parade de inexcusable asistencia, pero con aire garrapiñado de visita a la tieta, a la honorable tía matusalémica que tiene un piso en Las Ramblas

Hughes

Cuando Zapatero prometía un encaje para Cataluña todos pensamos que era constitucional. Visto lo visto, quizás hablaba de lencería. El Estatuto, qué duda cabe, ha sido un exitazo.

La Diada es una Catalonian Love Parade de inexcusable asistencia, pero con aire garrapiñado de visita a la tieta, a la honorable tía matusalémica que tiene un piso en Las Ramblas. Y los políticos ofrendan de modo horripilante, como los futbolistas que ofrecen el ascenso a la virgen local. Se observaban individuos con carteles independentistas de intermedia representatividad: bomberos por la independencia, amas de casa lliures, jubilados que quieren ser nación… y es que para hablar por boca de un pueblo antes ha de hacerse por el gremio. Individuos de representatividad piramidal, creciendo verticales hacia la soberanía como castellers.

El lema de la mani d’enguany era distinto: “Cataluña, nuevo Estado de Europa”. Alguien pudiera pensar que eso supera e integra el “Catalonia is not Spain”, pero no tiene por qué, pudiera ser que Cataluña ansiara ser un nuevo estado de Europa siendo España y a la vez no siendo España, porque para Cataluña España es una estimulante negación y un mercado vergonzante, como cuando vendemos armas a un estado basura.

Y qué genialidad la de Mas al hablar de la casi plenitud de Cataluña. Cataluña como un ente perfectísimo en la cadena del ser, pero no perfecto del todo, sino casi perfecto. Cataluña está siempre casi llegando, casi siendo, como un albor de estado, reversible, abierto aún, galvanizado, y allí, en el instante del casi se instaló el nacionalismo, sabedor de lo triste que es el instante posterior a la plenitud. ¿No es lo más hermoso de la vida ese casi? ¿No tratamos de que dure todo lo posible?

Cataluña es casi Nación y un estar como si no, estar-como-no, como no estando, a punto de todas las posibilidades. Un territorio soberanemente abierto. La apertura modernísima, la absoluta liquidez e indefinición de las cosas. Como cuando la novia, antes de ser novia te dice: ¿Qué somos? ¿No sería lo ideal estirar ese ratito? Pues ellos lo estiran. Ni región, ni estado, sino una cosa y la otra y ninguna de las dos, pero siempre sobre la base del como no, del estar como si no se estuviera.

Para ellos el Estado es lo perfecto y quién les convence ahora de que el estado es demodé, decepcionante e imperfecto, como una cacha de famosa en el Cuore.

Y ya se prepara una estatua del Mas libertador, que será como un presentador de telediario montado a caballo.

La independencia pudiera ser un Mcguffin fiscal, pero eso sería decepcionante tras haber visto la feliz e irresponsable algarabía de mis compatriotas al “superar cívicamente un marco legal”. Decepcionante tras haber visto a Durán de patriota procesionario con muletas.

No obstante, en el nacionalismo catalán hay algo tributario de Madrid, algo absurdo, delegado y aritmético que hace pensar en que tras tanta manifestación, proclama y desafío, al final la independencia la tendrán que declarar desde Madrid.


No obstante, en el nacionalismo catalán hay algo tributario de Madrid, algo absurdo, delegado y aritmético que hace pensar en que tras tanta manifestación, proclama y desafío, al final la independencia la tendrán que declarar desde Madrid