sábado, 29 de septiembre de 2012

Colón


Gallardo
 Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Si con Zapatero nos peleábamos por las tumbas, con Rajoy nos peleamos por las cunas, y ahí está esa izquierda ibicenca y municipal reclamando para su isla la cuna de Colón.
    
Ibiza, de isla de Matutes a cuna de Colón, que era un pescador de raó (“xyrichtys novacula”) con “llaut” entre Cala d’Hort y Es Vedrá.
    
––¡Ah, si pudiéramos decir que los navíos fueron armados por una república laica, con créditos votados en el Parlamento y ante una iniciativa de la mayoría socialista!
    
Que así suspiraba Colón en una entrevista en ABC de Foxá, quien concedió que Colón fue el último en llegar al Nuevo Mundo, pues antes que él pasaron por allí los normandos, los polinesios y los chinos del todo a cien.

    Los escolares españoles no conocen ni el cuento del huevo de Colón, el ibicenco que dijo que la Tierra tiene forma de teta de mujer, como las de las alemanas de Cala Vadella, en el caso de Colón, o en el nuestro, como las de la indignada del cerco al Congreso.
    
Para la Generación Mejor Preparada de la Historia el nuevo Colón sería una especie de Quitín Muñoz que, harto de la música y la puesta de sol del Café del Mar en San Antonio, pone proa a Denia con su “llaut” y acaba, a la deriva, en Nueva York, donde descubre a Pep Guardiola, el Gandhi de Sampedor, cenando con Roures, el basilisco de la lucha de clases, y Woody Allen, el Homero de “Bananas”, quien, a falta de Berlanga, bueno será para acometer la versión catalana de “El nacimiento de una nación”, de D.W. Griffith.
    
Ya Queiroz, el Valdano del Manchester, acusó a los españoles de apropiarse de Cristiano como de Colón. O como los de Juan y Juan se apropiaron de Gallito ayer, centenario de su alternativa, con una placa en Madrid… a Juan.
    
¡Marchando un azulejo de Colón en Las Ventas!