jueves, 27 de septiembre de 2012

Exigencias infantiles

J. Urbano, “autoritas” de por vida

 Cordobeses e ilicitanos en Alicante, a punto de una final

 He sido testigo de broncas apocalípticas, exigencias de negrero y agarrones en la pechera de la camiseta a niños de entre 10 y 18 años por parte de unos entrenadores que con el paso de los años se convierten en auténticos referentes para sus balonmanistas. Personalmente estoy muy agradecido a los dos entrenadores más despóticos en apariencia por enseñar disciplina, puntualidad, espíritu de sacrificio y compromiso a mi aún tierno infante


Francisco Javier Gómez Izquierdo

No tengo conocimientos ni datos fiables en el guirigay que se ha formado entre una entrenadora de natación y sus pupilas, pero como a nadie me debo voy a atreverme a poner cuatro palabras desde mi experiencia en el deporte base.

En los colegios, públicos o privados, ya no tiene ninguna importancia el deporte. Las diputaciones, ajenas a la despreocupación docente, programan las actividades deportivas extraescolares y en esos menesteres que en mis tiempos eran coordinados por los profesores, hoy se colocan monitores y oficinistas -muchos oficinistas- que han devorado cursillos con el carné del sindicato pertinente. Las diputaciones tienen sus “chollos” puntuales, pues siempre hay clubs enamorados de deportes minoritarios que facilitan con personal gratuito la buena marcha de la disciplina.

Aquí, en Córdoba, existe un club de Balonmano dirigido por cuatro fanáticos que quieren a este deporte más que a su propia vida y a los que, además de tiempo, les cuesta el dinero. El club es un referente andaluz e incluso en el mundo del Balonmano español se le tiene por ejemplar, pues no hace mucho llegaron a doblegar a las poderosas canteras del Barça, Granollers, León, C. Real, Valencia... proclamándose campeón de España de juveniles.
 
He sido testigo de broncas apocalípticas, exigencias de negrero y agarrones en la pechera de la camiseta a niños de entre 10 y 18 años por parte de unos entrenadores que con el paso de los años se convierten en auténticos referentes para sus balonmanistas. Personalmente estoy muy agradecido a los dos entrenadores más despóticos en apariencia por enseñar disciplina, puntualidad, espíritu de sacrificio y compromiso a mi aún tierno infante. Mi doña se ausentaba en el primer minuto de los partidos que jugaba “su niño”, justo cuando empezaban las voces desde el banquillo, y a madres he visto con lágrimas de odio ante una sustitución con regañina:

-Rafaaaa..., Ven aquí, anda... que no vas a espabilar nunca. Siéntate hasta que me olvide de tí.
 
Hago constar que pago 20 euros de cuota anual por pertenecer a esta familia y considero que son los dineros de mi peculio, destinados a mejor fin.  Imagino que no son comparables los continuos títulos logrados por el Cajasur de Córdoba en todas las categorías de los campeonatos de Andalucía de Balonmano con las medallas internacionales alcanzadas por las nadadoras españolas, pero, de entrada, estoy más con la entrenadora que con las protestonas, porque entre otros muchos desvaríos he visto a padres irrumpir en un entrenamiento y llevarse al hijo de la mano, argumentando conforme a los tiempos:
 
-A mi hijo no le levanta ni Dios la voz. ¡¡No se la levanto ni yo!!
 
Si no eres mentalmente fuerte, puedes dejar voluntariamente el deporte y dedicarte a charlar con psicólogos que te llevarán por el camino de su particular felicidad. “..Haz lo que te apetezca. No aceptes imposiciones”, le dirán. Es lo que tuvieron oportunidad de hacer las niñas sirenas -no olvido que son niñas- y no dieron el paso. Ni ellas, ni sus progenitores. Pudiera ser que su única y última aspiración fuera ser campeonas, sin parase a considerar que el deporte aficionado ha de mirar por la solidaridad y sobre todo por la fortaleza de espíritu... y que uno sepa, en España no es obligatorio practicar la natación.

 Foto con alcaldesa