
Anoche, después de haber tocado en el entierro de la sardina, le acometieron fuertes dolores y el pobre músico abandonó precipitadamente a sus compañeros, diciéndoles que iba a tomar una taza de te.
Pero el desesperado enfermo se dirigió a casa de unos parientes, y acostándose en la cama, se degolló con una navaja de afeitar.
Cuando la familia penetró en la alcoba, Francisco se hallaba agonizando, habiendo fallecido a poco de ingresar en el hospital.-Corresponsal.