martes, 6 de octubre de 2009

JHON-LE-TORÉADOR

COMO ANTE EL TORO, SE VALE RECTIFICAR...

Por Xavier González Fisher
laaldeadetauro.blogspot.com

Don Ignacio Ruiz Quintano mantiene una bitácora titulada Salmonetes Ya No Nos Quedan, en la que trata, según su subtítulo, temas de la vida privada y como ocasionalmente entre estos se cuentan los de esta fiesta, con esa frecuencia lo visito. En la entrada fechada el día de hoy me he encontrado allí con una cita que me obliga, casi, como dijera el inmortal López Velarde, a alzar la voz a la mitad del foro y a señalar una necesaria precisión -lo hago aquí pues en la bitácora no veo la posibilidad de hacer comentarios a las entradas allí puestas- y una anécdota concomitante.

La cita en cuestión es la primera cuarteta del soneto Tiempo, obra de don Renato Leduc y no como erróneamente lo señala el señor Ruiz Quintano, de Rubén Fuentes Leduc. Ese soneto, cuenta la leyenda, se escribió aquí en Aguascalientes, en lo que en su día fue el Hotel Francia y que hoy es una tienda de departamentos.

Allí, en el bar, durante la Feria de San Marcos se reunían personajes como José F. Elizondo alias Pepe Nava, Antonio El Brigadier Arias Bernal, Miguel Álvarez Acosta y otros conspicuos miembros del ámbito cultural de este país y entre los que escribían, se daban pies para después versificar en torno a ellos, en un grupo conocido como La Cofradía del Petate según me ilustra el buen amigo don Gustavo de Alba y que patrocinaba el entonces Gobernador del Estado Edmundo Gámez Orozco desde sus tiempos de Senador.

Afírmase que la palabra tiempo es complicada para ello -algunos dicen que es de rima imposible- y se la lanzaron a Leduc -tío por cierto del matador de toros Rogelio Leduc, ya fallecido- durante esa especie de certamen paralelo a los Juegos Florales correspondientes al mes de abril de 1950 0 51 y en un rato don Renato armó el siguiente soneto:

Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán; dar tiempo al tiempo…
que de amor y dolor alivia el tiempo.

Aquel amor a quien amé a destiempo

martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo
tan acremente como en ese tiempo.

Amar queriendo como en otro tiempo

—ignoraba yo aún que el tiempo es oro—
cuánto tiempo perdí —¡ay!— cuánto tiempo.

Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,

amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo…

Años después, un gran músico mexicano, Rubén Fuentes, hizo la parte musical de la obra para que voces como las de Pedro Vargas, Marco Antonio Muñiz -que hizo una real creación de ella- y muchos otros, cantaran la obra de don Renato, que es el único autor de la parte literaria de Tiempo.

Como ante el toro señor Ruiz Quintano, se vale y a veces es necesario rectificar...

Edito esta entrada al día siguiente de su publicación, con la docta ilustración del buen amigo don Gustavo de Alba y agrego además, que en los muros del Bar del Hotel Francia, durante muchos años estuvo un bronce que perpetuó la creación de esa obra de Renato Leduc.


JHON-LE-TORÉADOR.- Un lector como Xavier González Fisher justifica a un blog y honra a sus autores. La cita del lío está tomada del libro Con todas las letras, 2003, de José-Miguel Ullán, enamorado de México como a nadie he conocido: de Octavio Paz a Paquita la del Barrio, pasando por Torri, Reyes, Cuevas, Zaid, Galán o Soriano. "Tiempo / Rubén Fuentes y Renato Leduc", lleva por firma el poema que, por error al transcribir, apareció en el blog como Rubén Fuentes Leduc, lo que me lleva a señalar, dado el espíritu de este blog, a Jhon-le-Toréador. Anota el gran Alfonso Reyes: "Valery Larbaud llama 'Jhon-le-Toréador' (nombre que es en sí una sarta de disparates) a 'aquel infatigable y pequeño demonio que, en todas las obras de todas las literaturas, se divierte en corromper y desfigurar las frases y citas en lengua extranjera... Jhon-le-Toréador vendría a ser una de las divinidades menores en el cielo de la inexactitud, que alguna vez, por referencia a un personaje de Edith Wharton -Mrs. Amyot-, consideré como la región natural del amyotismo: 'Mrs. Amyot lo recordaba todo, pero todo lo recordaba mal'." Etcétera. Con el respeto y agradecimiento debidos a don Xavier González Fisher.