martes, 5 de julio de 2022

Asufutimaehaehfutbw

 


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Lo acaba de anunciar el Líder del Mundo Libre en declaración solemne en los jardines de la Casa Blanca:


    –Estados Unidos es una nación que se puede definir en una sola palabra: “asufutimaehaehfutbw”.
    

¿“Asufutimaehaehfutbw”? Si lo hubiera dicho en la plaza de toros de Las Ventas, famosa por su megafonía Kraftwerk, que transforma cada palabra en un compás de Radio-Activity, pensaríamos que Joe Biden anunciaba un minuto de silencio a la memoria de algún finado famoso (“No es cualquier legaña de mico el que llega al Salón de la Fama”, diría el campeón Kid Pambele), pero lo ha dicho, con atril, en los jardines de la Casa Blanca y junto a Kamala Harris, con lo que todo adquiere un aire a bosquecillo sagrado de Nemi, en Roma, cuyo sacerdote sabía que, más pronto que tarde, sería asesinado por alguien deseoso de sucederlo en el cargo, según el delicioso ensayo con que sir James George Frazer fundó la antropología. Al concentrarse para pronunciar “Asufutimaehaehfutbw” (¡su definición de América!), Sleepy Joe, ese hallazgo trumpista, se quita una legaña, que es su forma de decirnos ojo al dato.
    

“Asufutimaehaehfutbw” fue una vez los Estados Unidos de América que inventaron, sin conciencia de ello, lo que Hamilton llamó “democracia representativa”, surgida de su Constitución federal, la única que separa los poderes, fundamento del sistema: ejecutivo (elección directa), legislativo y judicial (autoridad más que poder), como aclara el propio Hamilton:


    –El poder judicial no influye ni sobre las armas, ni sobre el tesoro: no dirige la riqueza ni la fuerza de la sociedad, y no puede tomar ninguna resolución activa. Puede decirse que no posee fuerza ni voluntad, sino únicamente discernimiento.
    

La mal llamada “sentencia del aborto” de la Corte Suprema no trata del aborto, cuestión que le es ajena, sino de la separación de poderes, cosa ininteligible fuera de América: la Constitución se limita a establecer las reglas del juego político, y el aborto no es un derecho constitucional, como dictaminaron, usurpando funciones, los jueces (por cierto, republicanos de Nixon) del 73, usurpación que ahora la Corte remedia devolviendo a la voluntad del pueblo de cada Estado la decisión de abortar.


    La ruidajera de la izquierda americana, con el apoyo feminista de Lewinsky (“fuck you roberts. fuck you thomas, fuck you alito. fuck you kavanaugh. fuck you gorsuch. fuck you coney barrett”, tuiteó) o Villacís (la prestigiosa jurista que nos recuerda su “Hanger Street” en Virginia), es otra cosa. A la izquierda no le gusta la Constitución federal, pues impide mandar a gusto (para eso se redactó: que los poderes se maten entre ellos para que el ciudadano duerma tranquilo, lo resumió Madison), y por una gatera quiere sacar de ella el verdadero derecho constitucional a portar armas (el pueblo que delega su defensa renuncia a su soberanía, que pasa a ser del portador) y por otra gatera quiere meter (y metió) el falso derecho constitucional al aborto.


    En una palabra: “Asufutimaehaehfutbw”.

[Martes, 28 de Junio]