Don Pedro Fernández de Velasco y Doña Mencía de Mendoza
Condestables de Castilla
La catedral hoy
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Confieso que en su día leí el Homo sapiens y este enero el Homo Deus -regalo en estas nefastas navidades- de ese gurú que baraja las ideologías con trucos de ilusionista para pastorear multitudes. Este Harari suelta curiosidades entre párrafo y párrafo con ánimo de hipnotizar, queriendo transmitir que él no está en el sistema, pero al que me da que desea larga vida por vivir estupendamente en el mismo. Tras enterrar las guerras, el hambre y ¡válgame el demonio!, ¡¡¡¡ las pestes!!! por obsoletas (la 1ª edición de Homo Deus es de 2015), dedica un responso por la necesaria defunción de Dios y nos explica la inmortalidad del Homo Deus o el Dataísmo, la religión de un futuro en el que ya pacemos.
Nunca he tenido disciplina en las lecturas y a veces se ve que no entiendo bien lo que quieren decir los autores, pero por tenerlo reciente, el Datismo me lleva a Velasco Carballo, el jefe de los árbitros y ejemplo de sacerdocio de la "Buena Nueva". Antes que el tal Harari sepultara a Dios, uno tenía una aproximación literaria de la preeminencia de los Velasco por los marianistas cántabros que me educaron en la mocedad. "Antes que Dios fuera Dios / y los peñascos, peñascos / los Quirós eran Quirós / y los Velasco, Velasco". Ibas a la capilla de los Condestables de Castilla y te decías "¿será verdad?". Pues sí, es verdad. Este Velasco es más aún que los enterrados en la Catedral, más que el Derecho Consuetudinario, que antiguamente hacía ley, y por supuesto mucho más que el fútbol. Velasco tira de datos y deja embobado al periodismo, al aficionado y a los futbolistas con unos tantos por ciento que hemos de admitir sin que nos asalte la mínima duda, como principios de una Fe cercana a la infalibilidad papal de los 60 y 70.
¿Qué deja el derby en el Wanda? De fútbol, casi nada y todo olvidable. Una carrera espléndida, una pared y cuatro paradas..., pero en el derby hubo una mano que ya es un dato almacenado en la Biblia de Don Velasco. En la terraza de Antonio esta mañana no se hablaba del Atleti-Real Madrid. Se hablaba de la herencia de la Pantoja y de las manos de fin de semana. De la de Gayá en Valencia, de la de Lenglet en Barcelona y de la de Felipe en Madrid. Tres datos que interpretados por un pelotón de monaguillos ante el sagrado altar del VAR, pasan a la estadística de aciertos del obispado de Don Velasco.
Estas tres manos y otras trescientas que se han considerado penalty en el Datismo de Don Velasco, en tiempos de las 17 reglas del fútbol, se veían en el primitivo Estudio Estadio a hora de Misa de gallo y se despechaban con un "¡Bah, es involuntaria!". Ahora se nos toma por tontos y todas las manos son aciertos del VAR, decidan lo que decidan los árbitros. ¡Ah! y en los fuera de juego ha quedado sentado que no hay topógrafo como el del VAR (ayer se tiró cinco minutos midiendo el pie de Umar Sadik para validar un gol que puede suponer el ascenso del Almería), esa inteligencia artificial que desprecia al homo sapiens por inferioridad manifiesta conforme al Credo de Yuval Harari, Mesías de un Apocalipsis en el que no cabía la peste.