Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España tiene a Pilar Bardem y América tiene a Patti Smith, la abuela –que ya va siendo hora– del “punk”, aunque uno tenga por todavía más “punk” a la Bardem, y quien diga que no, que se vea María querida, el homenaje cinematográfico de Pilar Bardem a María Zambrano sin encomendarse a Dios ni al diablo, que era Ullán.
–María era una sangrona –le cuenta Juan Soriano a Ullán–. No tenía piedad. A mí me toreaba como para sacarme de quicio. ¡Qué ragañinas! Y, total, para nada. Por una mirada, porque bajabas un escalón antes que ella... En Roma, a veces se volvía un verdadero demonio. No, no sabía lo que era el amor, lo confundía con la posesión.
En María querida se marcó un cameo la Hipatia de Cabra, Carmen Calvo, cuyo paisano don Juan Valera, por cierto, y éste es aviso que me pasa Alfredo Valenzuela, escribió a su amigo don Marcelino Menéndez Pelayo desde Doña Mencía (Cabra): “Aquí no hay Hipatias, ni Lydias, ni judías elegantes con quien tratar. No hay más que cristianas católicas, feas por lo común y poco aseadas”.
La Calvo era cuando lo del “cameo” ministra de Cultura, y con eso se consiguió que a ver la vida de María Zambrano en la piel de Pilar Bardem fuera Zapatero, porque España tiene a Zapatero para lo mismo que América tiene a Obama, es decir, para que les voten Pilar Bardem y Patti Smith, que luego dan mucha guerra contra la guerra, y a los dos les viene bien. La Bardem cree que el gran símbolo antibelicista de la Humanidad es el cabezón de Goya, que es un premio que los cineros se dan a sí mismos, pero la Smith prefiere el Guernica, que es una corrida de toros con el picador en el suelo y la cuadrilla al quite.
–Cuando estaba en en Nueva York iba a verlo a menudo –ha dicho la Smith en ABC–, y ahora me gusta venir a Madrid visitarle.
Que ésa es la ventaja de tener el Guernica en Madrid: recibir la visita de Patti Smith. Ya lo avisó Arzallus cuando la mudanza: “Euskadi se lleva las bombas; y para Madrid, el arte”.
Abc
España tiene a Pilar Bardem y América tiene a Patti Smith, la abuela –que ya va siendo hora– del “punk”, aunque uno tenga por todavía más “punk” a la Bardem, y quien diga que no, que se vea María querida, el homenaje cinematográfico de Pilar Bardem a María Zambrano sin encomendarse a Dios ni al diablo, que era Ullán.
–María era una sangrona –le cuenta Juan Soriano a Ullán–. No tenía piedad. A mí me toreaba como para sacarme de quicio. ¡Qué ragañinas! Y, total, para nada. Por una mirada, porque bajabas un escalón antes que ella... En Roma, a veces se volvía un verdadero demonio. No, no sabía lo que era el amor, lo confundía con la posesión.
En María querida se marcó un cameo la Hipatia de Cabra, Carmen Calvo, cuyo paisano don Juan Valera, por cierto, y éste es aviso que me pasa Alfredo Valenzuela, escribió a su amigo don Marcelino Menéndez Pelayo desde Doña Mencía (Cabra): “Aquí no hay Hipatias, ni Lydias, ni judías elegantes con quien tratar. No hay más que cristianas católicas, feas por lo común y poco aseadas”.
La Calvo era cuando lo del “cameo” ministra de Cultura, y con eso se consiguió que a ver la vida de María Zambrano en la piel de Pilar Bardem fuera Zapatero, porque España tiene a Zapatero para lo mismo que América tiene a Obama, es decir, para que les voten Pilar Bardem y Patti Smith, que luego dan mucha guerra contra la guerra, y a los dos les viene bien. La Bardem cree que el gran símbolo antibelicista de la Humanidad es el cabezón de Goya, que es un premio que los cineros se dan a sí mismos, pero la Smith prefiere el Guernica, que es una corrida de toros con el picador en el suelo y la cuadrilla al quite.
–Cuando estaba en en Nueva York iba a verlo a menudo –ha dicho la Smith en ABC–, y ahora me gusta venir a Madrid visitarle.
Que ésa es la ventaja de tener el Guernica en Madrid: recibir la visita de Patti Smith. Ya lo avisó Arzallus cuando la mudanza: “Euskadi se lleva las bombas; y para Madrid, el arte”.