La heroína local de los pies ligeros ha resultado, a lo que parece, tenerlos de barro. Y no es lo mismo ser un ídolo en Madrid que en Palencia. Aquí, Marta Domínguez henchía el orgullo ubicuo de los vecinos, como Nadal en Mallorca o Alonso en Oviedo. Por eso, los más incondicionales -o cerriles- desafían a la lluvia apostándose, pancartas de apoyo en mano, frente a la casa de su deidad, donde la campeona bajo sospecha aguarda enclaustrada -y embarazada- la citación para declarar.
El Ayuntamiento de Palencia, en cambio, ya empieza a desmarcarse de aquélla a quien hasta hace nada colmaba de homenajes. Ayer, la Comisión de Participación Ciudadana iba a acordar el encargo oficial, por un importe de 48.000 euros, de una estatua de Marta Domínguez a tamaño natural en actitud triunfante, obra ya concluida por el escultor Luis Alonso y destinada a las inmediaciones del Pabellón Municipal de Deportes, bautizado como la corredora. Pues bien: ese punto fue clamorosamente eliminado del orden del día. Los políticos, como siempre, los primeros en vislumbrar y atajar las salpicaduras que amenazan su imagen.
¿Y la gente de a pie, aquí, en Palencia? Si les mentas el nombre ahora infamante, componen el gesto del cornudo a quien le inquieren por la ex.
Mariano Díez, personaje bien conocido en la ciudad justamente por haber formado a Domínguez como fondista, lo explica bien: "Me paran muchos vecinos. Expresan más desengaño que inquietud. Ya se han hecho a la idea, mayoritariamente, de la culpabilidad de Marta. Lo dan por hecho desde que se enteraron de que guardaba eso en su casa. Para muchos es como si les dijeran que han pillado a Marta Domínguez atracando un banco a punta de pistola".
Y mientras la estatua duerme el abrupto sueño de los injustos, la gente se pregunta si no será mejor aplaudir a los segundones de vena limpia antes que la gloria de los ambiciosos con las arterias contaminadas.